Mucho se ha escrito en los últimos días sobre el Club Náutico Ibiza (CNI), en el sentido que la empresa forastera 12 Millas, con sede en Madrid, intenta hacerse con la concesión que tiene dicho Club. Y así es desde hace la friolera de noventa (90) años. Lo bueno del CNI es que ha sido como una casa familiar para millares de ibicencos, unos para practicar deportes náuticos, ir a pescar y para otros es un club social de primera clase. Lo increíble es que vengan unos capitalistas forasteros y acusen a los actuales directivos de incapaces y de mantener las instalaciones en malas condiciones. Pero lo cierto es que desde hace unos seis (6) años el CNI está trabajando duro para renovar la concesión e, incluso, ya tiene el proyecto el informe medioambiental aprobado. Aquí, más claro agua, cabe recordar que tenemos una anticuada red burocrática heredada de los Borbones, que dice mi amigo Pere Bonnin. ¿Por qué no simplifica el Estado la manera de hacer la vida más fácil a la ciudadanía? ¿Por qué hemos de estar siempre pendientes de la burocracia que nos imponen desde la Autoridad Portuaria de Baleares? Y es que una cosa son los puertos de interés general y otra los clubs náuticos, que deberían estar mejor tratados y hasta mimados por la fenomenal labor social que desarrollan. Claro que los capitalistas forasteros que quieren hincar el diente en el CNI se han encontrado con una gran sorpresa, y es que las instituciones públicas, partidos políticos y los ibicencos ya se han manifestado en favor del CNI. Aquí y ahora no se cumplirá un relato histórico relacionado con la batalla del Guadalete, que tuvo lugar el año 710: «Vinieron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos». Aquí los buenos ganan el partido por goleada, ténganlo por seguro. Así que, con todo el respeto que merecen, quizá deberían intentar construir su Club Náutico en el río Manzanares, que está mucho más cerca de su casa. ¡Déjennos en paz y olvídennos… si pueden!

Empresas de autobuses

Me refiero a las empresas que realizan el transporte urbano de pasajeros en nuestra isla. Resulta que se tienen que renovar las concesiones el año 2018 y, por lo se está viendo, puede darse el caso de que una empresa forastera esté interesada en hacerse con las concesiones. Dicen que ‘piensa mal y acertarás’, sobre todo después de lo que le está ocurriendo al Club Náutico de Ibiza. Cierto que no es lo mismo la náutica que el transporte de pasajeros, pero las empresas no dejan de prestar un gran servicio a los residentes y a los visitantes. Y el tema tiene su historia. La empresa de Alfonso Ribas inició sus actividades en 1925, hace pues noventa (90) años, cubriendo la línea Sant Antoni-Eivissa-Sant Antoni; y puesto que la he utilizado toda mi vida puedo añadir que recuerdo que el entonces llamado camión, en alguna ocasión, funcionaba con gasógeno y que lo conducía el bueno de Mariano ‘Trui’.

También en 1943, hace 72 años, inició sus actividades de transporte regular de pasajeros entre Eivissa y Sant Miquel la empresa Lucas Costa. En cuanto a Voramar el Gaucho, una empresa que da servicio en el municipio de Eivissa y a numerosas localidades de la isla, fue creada en Sant Antoni en 1962, hace 53 años Y nos queda la empresa Vilàs, que en la actualidad es propiedad de Sagalés, la propietaria de la estación Cetis. Es lo que hay y repito que las concesiones se han de renovar dentro de tres años. Espero, puesto que se lo merecen y por la buena labor prestada a los ciudadanos, que se renueven las concesiones a las empresas actuales.

Por cierto, ya que me han acusado de no ser usuario de los autobuses y me han recomendado viajar para aprender que en el mundo hay muchas estaciones subterráneas, debo manifestar y aclarar que, además de mi experiencia de viajero entre Sant Antoni-Eivissa-Sant Antoni, he utilizado dicho sistema de transporte en grandes urbes y durante muchos años, como son Barcelona, Nueva York, Washington, D.C. y Miami. Y es cierto que hay estaciones subterráneas y a nivel de calle, como la modélica de Sant Antoni de Portmany (con bajo presupuesto de mantenimiento), pero también lo es que en todo el mundo hay paradas en las calles, algo que, por lo leído, el actual alcalde de Vila, Rafa Ruiz, parece predispuesto a solucionar. Deseo que para el bien de millares de usuarios, entre los que me cuento, así sea.