Los rodríguez, esa especie hispana que surgió a mediados de los 60 y se elevó a la categoría de mito durante los 70, no se han extinguido con los nuevos tiempos, simplemente han mudado. Por si hay algún despistadillo o lector precoz, rodríguez con minúscula denominaba aquellos hombres que durante unos días se quedaban solos en casa. Ya fuera en julio o en agosto (o incluso todo el verano) la mujer y los hijos se marchaban con la casa a cuestas y el hombre aprovechaba la canícula como excusa para salir y tener alguna aventura extraconyugal. Los expertos en la materia sitúan el origen en la película El cálido verano del señor Rodríguez, protagonizada por José Luis López Vázquez. La censura de la época dejaba la experiencia en un coitus interruptus. Diez años después, Tony Leblanc, Rafael Alonso y Antonio Ozores triunfaban con Tres suecas para tres rodríguez. Éstos/éstas triunfaban en las playas del pueblo que me vio nacer. En Eivissa se saltó directamente a la modernidad más psicodélica con los acordes de la mítica More de Pink Floyd, llevada al cine. Hace unos días los volví a escuchar en mi ruta hacia Portinatx aunque fuera sólo para quitarme de la mente El taxi. No les hablo de la guerra que mantiene el sector en Eivissa contra los ‘piratas’, ni del frente abierto con los clubes de alterne, les hablo del pelotazo del verano parido por Osmani García y Pitbull. Una letra freak sólo superada por el videoclip. Las vueltas de la vida nos han traído hasta aquí. Nosotros trabajando en Eivissa en verano y nuestro hijo de rodríguez en Benidorm. Nosotros le contamos cómo van las cosas por aquí. El fin de semana me escapé para pasar unas horas con él. En la despedida me cantó El taxi. Me sonó a música celestial.