Mientras miles de turistas y residentes en las Pitiüses estamos disfrutando de nuestras playas, restaurantes y discotecas, también hay miles de familias enteras que ‘peregrinan’ por el centro de Europa huyendo de la guerra en Siria. Y estos últimos son los que más suerte han corrido, ya que otros han muerto cruzando el Mediterráneo en busca de una vida mejor. Nadie pone en duda que es muy necesario invertir el dinero que haga falta para construir una nueva depuradora en Vila o ampliar la carretera de Santa Eulària, pero todos estos ‘problemas’ quedan en nada ante la situación que padecen los sirios.
No imagino un dolor tan grande como el de tener que abandonar tu hogar definitivamente por culpa de un gobierno totalitario que prefiere matar a su gente antes que dar su brazo a torcer y de unos asesinos como los terroristas de Estado Islámico. A uno se le hace un nudo en la garganta pensar que los ingenieros, médicos, profesores o artistas sirios que en estos momentos andan por Europa en su día, no hace tantas décadas, fueron españoles que huían de la Guerra Civil. A veces se nos olvida que la situación de bonanza económica y de seguridad que en la actualidad vivimos –no todos, es cierto– en nuestro país y en nuestro continente es quizás la excepción de la norma general que rige en el mundo.
En unas islas donde el lujo, el glamour y la farándula están a la orden del día, nos convendría bajar de las nubes y poner los pies en el suelo más a menudo para dejar de creer que somos el ombligo del mundo.