No hay derecho a que un descerebrado que circula por Ibiza como si estuviese en el Gran Premio de Le Mans pueda arruinar las vacaciones de un grupo de amigos que se encuentra en una casa, recién llegados a la isla. Cuando en la otra parte de la vivienda en la que estás de vacaciones un tipo que lleva un coche por encima de sus posibilidades (mentales) se empotra contra la pared que da a tu habitación es una cabronada. Belén y Mari Carmen volvieron a nacer. Si llegan a estar en el dormitorio es probable que aquellos cascotes que volaron sobre su habitación las hubiesen enviado al hospital. Malditas vacaciones. Nada volverá a ser igual este verano para Belén y Mari Carmen. Se acordarán de Ibiza como una isla en la que todo es posible, incluso circular a grandes velocidades, borrachos como cubas, para no se sabe muy bien qué hacer. Hay que ser cretino para presumir de un Porsche Cayenne a las tres de la madrugada, de noche, que casi todo el mundo duerme tranquilamente en casa. Pensar que todo es posible en Ibiza (volvemos a los excesos) sí debería preocupar a esta sociedad. Aquí circular es una aventura, sobre todo en verano. Y aquí tienen responsabilidad las autoridades municipales, pero también la Guardia Civil. Me han adelantado por la derecha en cientos de ocasiones, pero lamentablemente nunca un agente ha parado a los infractores. Aparcar en la rotonda de Figueretes para descargar turistas es algo normal, pero allí nunca he visto polis. Y se ven pocos en el caos diario del aeropuerto. Pero lo importante, lo que debería indignarnos, es que han arruinado las vacaciones de Belén y Mari Carmen. Para ellas son unas malditas vacaciones. Y qué recuerdo se llevarán de esta isla. Lamentable.