Se queda en Eivissa. La expresión original fue creada hace 12 años por el departamento de turismo de Las Vegas. El eslogan rezaba literalmente What happens here, stays here [lo que sucede aquí, se queda aquí]. Con ella se quería indicar que en Las Vegas, en nuestro caso Eivissa, cualquier cosa es posible. Puedes quitarte todo los corsés del día del día, ser tú mismo o tu otro yo, divertirte sin freno y traspasar tus limitaciones, hacer un break en tu vida y, cuando coges el vuelo de regreso a Londres, Manchester, Bristol, Belfast o Glasgow, nadie hablará sobre lo que ha pasado durante esos días de desenfreno.

El caso es que algunos de los jóvenes británicos que vienen a la isla para llevar a cabo todas las tropelías que pasan por su cabeza acaban de forma trágica. Es en ese momento cuando todo se rompe. Sus historias aparecen con grandes titulares y en las primeras páginas de los tabloides británicos. Los excesos de los calificativos utilizados para apuntar a Sant Antoni o Eivissa como el origen de todos los males son proporcionales a los excesos que ha cometido el súbdito del Reino Unido en la isla.

Esos chicos o chicas que se dejan la vida a golpe de exceso nunca tienen la culpa. Es en ese momento cuando la prensa británica saca a la palestra su chivo expiatorio preferido: IBIZA.

Es el momento de decir basta y contrarrestar esta tendencia a apuntar en una dirección que deforma la realidad. Muere un joven nordirlandés después de 24 horas frenéticas: la prensa británica alude a una agresión en el aeropuerto para contrarrestar una autopsia que apunta a ingesta de drogas como causa de la muerte. Un mes después, fallece una joven de 18 años por las mismas causas y los tabloides vuelven a su particular campaña por embrutecer la isla. Para combatir estas campañas de descrédito, desde hace un tiempo, Martin Makepeace está contestando a esos tabloides con una cruzada para que no se dé una imagen negra de la isla blanca.