Que el presidente del Gobierno en funciones y candidato a la reelección no acuda a un debate televisado supondría, en cualquier otro país del mundo democrático, una derrota automática. ¿Qué líder no es capaz de defender su gestión al frente de su ejecutivo? Uno que se siente como pez en el agua al acudir a una retransmisión deportiva radiofónica pero desprecia un cara a cara con sus principales rivales en las urnas. Sin duda, sus asesores conocen bien a Mariano Rajoy y saben que sería incapaz de salir ileso de un enfrentamiento cuerpo a cuerpo con, sobre todo, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Ambos representan a la nueva hornada de políticos que saben utilizar las herramientas mediáticas a su alcance, imprescindibles en la política del siglo XXI. A esto hay que añadirle su verbo fácil, algo en lo que superan de largo al presidente gallego. Pese a ello, y según lo que dicen las últimas encuestas, Rajoy será el candidato más votado por los españoles, a quienes al parecer les importa más bien poco que su presidente no se atreva a discutir sus ideas con sus contrincantes políticos. No obstante, creo que el actual líder del Partido Popular será el último que decline la invitación a un debate. Dentro de cuatro años nadie perdonará a un aspirante a La Moncloa que no sepa explicar ante la gente y ante sus contrincantes qué medidas pretende implantar si los ciudadanos le eligen para que sea el próximo presidente del Gobierno. Como dijo Dylan en su día, los tiempos están cambiando, aunque a algunos nos gustaría que ya hubieran cambiado completamente.