Las penalidades o el calvario que han sufrido millones de personas en los últimos doce meses han convertido el vocablo refugiado en el término del año. La guerra perenne que sufre Siria deja una sangría de desplazados que acaban convirtiéndose, en el mejor de los casos, en refugiados. Otros muchos se han dejado la vida en el mar tratando de llegar a la isla de Lesbos.

Según el Diccionario de Real Academia, refugiado es la «persona que, a consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, se ve obligada a buscar refugio fuera de su país». La imagen del pequeño Aylan muerto en la orilla de una playa turca, o la de una reportera gráfica zancadilleando a las personas que huían del drama sirio han puesto el foco sobre la tragedia aunque, pasado un tiempo, hemos comprobado que los máximos dirigentes de Occidente nos han ‘troleado’ respecto a sus proclamas de poner solución urgente a la situación.

El término troleado es uno de los triunfadores en las redes sociales. Algunos que ya tenemos unos años tuvimos conocimiento de la palabra ‘troll’ gracias a la serie de dibujos David el Gnomo. Ahora, trolear, es un termino que está constantemente en boca de los más jóvenes. Es un término que en 2015 ha tenido un gran eco, especialmente en las últimas fechas porque nuestra clase política no para de trolearnos. Así, la troleada del año se la podría llevar la asamblea de la CUP para saber qué hacer con Artur Mas. Pero el resto tampoco se queda atrás para decidir quién gobernará el país tras con los resultados del 20-D. Aquí entra en acción otro vocablo de envergadura, el ‘zasca’. La campaña electoral nos dejó un espectáculo de zascas, algunas veces poco edificantes. Palabras y más palabras que nos dejan retratados.