Ay mi madre si el maestro Berlanga viviese. La clase política, la vieja y la nueva, está superando con creces los esperpentos retratados en la trilogía de la familia Leguineche. Las secuelas de ‘La escopeta nacional’ ya serían ‘plurinacional’. El 20-D dejó tal mapa parlamentario que, tras casi dos meses de dimes y diretes y una primera ronda de contactos infructuosa, Felipe VI ha encomendado a Pedro Sánchez que intente formar Gobierno ante la imposibilidad/negación del candidato del Partido Popular a presentarse a un pleno de investidura.

Ahora el candidato socialista tendrá que torear con Pablo Iglesias. Hace dos semanas, el líder de Podemos ya le lanzó un órdago a la grande al autoproclamarse vicepresidente del Gobierno y exigir para su formación varias carteras ministeriales. El Iglesias del siglo XXI no es el original. A diferencia del fundador del PSOE, el Pablo Iglesias de Podemos es muy de Marx, Groucho y su celebérrima: «Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros». Dijo que nunca formaría parte de un gobierno que no estuviese encabezado por su persona y ahora ya se aviene a una vicepresidencia. Poco a poco, las líneas rojas no serán tan rojas. Cuentan con la ventaja de que el Partido Popular está hecho unos zorros y ahí el gran Berlanga también lo tendría claro con sus/mis paisanos. El remake de ‘Todos a la cárcel’ superaría la ficción.

El ‘berlanguismo’ se completaría con unas nuevas elecciones a corto plazo y el agujero económico que conllevan. Sólo la organización de los comicios suponen un desembolso de más de 130 millones de euros.

Aquí también tenemos nuestra consulta. En función de a quien escuhes del Consell es vinculante o simbólica. De momento, lo que está claro es que costará 6.000 euros.