Parafraseando a Forrest Gump, cafre es el que hace cafrerías, señor. Ya sea en es Vedrà o al volante. En el mercado, en una cafetería, en un parque, en el descanso de un partido de fútbol de alevines, en la entrada del colegio, en una comida con amigos o en los juzgados. Estés donde estés, al final, sale el asunto caprino. Y en las redes sociales la catarata de comentarios sobre las cabras de es Vedrà y su infame final no cesa. De la noche al día, Eivissa presente en los medios de comunicación nacionales gracias a la decisión del Govern de acabar, tiro mediante, con las cabras de es Vedrà.
Siete días después de la ‘limpieza caprina’, el fuego cruzado entre partidarios y detractores va in crescendo en las redes sociales. Y ahí, en el anonimato de las redes -cada vez más asociales- se han traspasado varias líneas rojas, unos y otros. Los excesos en twitter o facebook hay que denunciarlos sean del color que sean. Al final, las pobres cabras, como sucede con casi todo en los últimos tiempos, se han convertido en el foco de una lucha política.

La respuesta de los gobernantes que han ejecutado la ‘operación es Vedrà’ deja más sombras que claros en estos tiempos de transparencia. El conseller Miguel Vericad ha salido al paso buscando un chivo expiatorio. Con más de 20.000 firmas recogidas pidiendo su dimisión y una manifestación convocada por una decena de asociaciones, la culpa es del mensajero. Se equivoca. Si tiene que buscar algún responsable, que dirija el foco hacia el Govern. Admitiendo que la salida de las cabras era imprescindible para salvaguardar la flora de es Vedrà, no es menos cierto que podrían haber adoptado otras soluciones incruentas.

Como decía al inicio, también hay mucho cafre al volante. Espero que la Guardia Civil cace al conductor que provocó un accidente que mantiene a un joven en la UCI.