Mucho se ha escrito sobre el exterminio de unas 45 cabras en el islote de es Vedrà, y me da la impresión que el tema se ha politizado en demasía en nuestra sociedad. Entiendo, comprendo y admito que los rumiantes han puesto en serio peligro la supervivencia de la flora allí existente: unas 166 especies, 12 de ellas endémicas, que han quedado al borde de la extinción (El Mundo, 5-II- 2016). Para más información, recomiendo la carta que en nuestras páginas (17-II- 2016) publicó la Dra. Cirer, Catedrática de Biología Geológica. El caso es que la manada de cabras fue eliminada con escopetas de percusión del calibre 22, al parecer, por francotiradores de la Unidad de Fauna del Consorcio para la Recuperación de la Fauna de Baleares (COFIB).

El problema, a mi entender, radica en que el 4 de noviembre de 2015 el farmacéutico ibicenco Antonio Planas Ramis se dirigió por escrito al Departament de Medi Ambient, Habitatge i Medi Rural i Marí y se ofreció a trasladar las cabras del Vedrà a unas instalaciones ganaderas de su propiedad, en las que tenía entonces 21 cabras. El caso que el 19 de noviembre le contestaron que el Consell Insular no tiene competencia en el tema, así que han trasladado la petición de Antonio Planas a la Direcció General d’Espais Naturals i Biodiversitat, dependiente del Govern de Balears. Parece estar claro, pues, que la decisión de sacrificar las cabras de es Vedrà se tomó en Palma, cuando la solución correcta debería de haber salido de contactos directos entre los propietarios del islote y de las cabras, el Consell Insular y el Ayuntamiento de Sant Josep. Estamos como siempre: sin autogobierno y al ‘diktat’ de Mallorca. Una asignatura que tienen pendiente los partidos políticos de las Pitiusas. Ni más, ni menos.

Política aparte, resulta que en el archivo de la Pavordía de Eivissa hay un documento de 1252 en el cual se detalla que Tolosa Carnisser (carnicero) y su esposa Esclaramunda son los propietarios de es Vedrà y es Vedranell y que deberán pagar un bezante de plata al año el día de Pentecostés. El director del citado archivo: Francesc Xavier Torres Peters, concluye que lo más probable, dado el oficio de ‘Carnisser’ del citado Tolosa, que criara cabras en es Vedrà. Además, en otro documento de 1315 se habla directamente de ‘bestiario caprino’ en el islote.

Así que podemos pensar en que en los 764 años transcurridos (desde 1252) han pasado, más o menos, unas 50 generaciones de cabras por es Vedrà. Muchos rumiantes viviendo en libertad, que no han sido capaces de acabar con la flora del islote. Ahora bien, las cosas han cambiado y hoy en día es Vedrà es territorio protegido, y me parece muy bien. Sin embargo, la matanza de las cabras no ha sido correcta y la prueba es que ha sido muy criticada en nuestra isla. Lo dicho más arriba: el futuro político de Eivissa pasa por tener un buen autogobierno y no una dependencia casi total de Mallorca.