Esta es la historia de unos héroes que dieron su vida por la libertad, porque todo hay que decirlo, que la libertad que tiene, lo de triskar por los riscos en libre albedrio no tiene precio, y si no me creen, preguntenles a los surcoreanos que opinión les merece el asunto y a los venezolanos que van camino de acabar en el mismo agujero que los primeros, lo que significa ser vapuleado constantemente por el puño y el yugo de un dictador. Pues bien; que como les contaba en un principio, esta es la leyenda viva – bueno, ahora ya muerta- de un ser que dio la vida por defender sus ideales, su espacio vital, su libertad y la de los suyos. Aunque no me crean, si ustedes pudieran observar algún tipo de similitud entre esta historia y la de un filme producido por un tal Spielberg, en el cual, se trata por todos los medios de salvar a un soldado, cuyos hermanos han perecido en la misma contienda, e intentando por todos los medios, recuperarlo y que pueda pervivir a las balas enemigas, para así regresar a casa con su papa y su mama, están marchando, acertadamente por el camino correcto; aunque no pienso darles ninguna pista de como acaba la historia – para que habría de hacerlo si ustedes ya la conocen-, como tampoco se las daría a aquellos que se dedican a tirar a matar desde lanchas con mediante rifle de mira telescópica con el fin de asesinar a todo bicho viviente. En esta historia, de la cual les hago partícipes: - y que lamentablemente forma ya parte nuestra propia historia-, es la de una invasión que se produce por parte de unos seres malignos con el objetivo concreto de exterminar a toda una raza, y en donde su principal protagonista, la cabra Ryan, junto a sus soldados caprinos, luchan por unos principios nobles, y ¡Créanme! No hay mayor nobleza que la defender la vida de uno mismo y la de sus seres queridos.

La cabra Ryan, junto con sus valientes soldados, hace frente al poderío del enemigo invasor, con aguerrido valor y valentía, que una y otra vez ataca de forma traicionera el bastión ocupado por sus defensores, con el objetivo de conquistar y amedrantar, y por ultimo eliminar, a los habitantes que lo pueblan, empleando para ellos, furibuntas tácticas como son la propaganda, en la que se dice que es bueno su exterminio como fauna, porque de esta forma habrá más flora. Más o menos como si nos estuvieran contando que hay que eliminar a todo opositor, para que no haya oposición y al más puro GangnamStile del norte coreano.

Realmente, todo un mundo feliz. Ni con AldousHuxley estarían mejor ¡Vamos!

Y así, y de esta guisa, los invasores, con la connivencia de algunos lugareños, todos ellos considerados ya traidores a su propio pueblo por apoyar la invasión y el exterminio de toda una comunidad, y que creen que la razón y el derecho les asiste, igual que lo creen los mismos que dirigen a los coreanos, venezolanos, cubanos y toda sarta de anos, atacan con armas automáticas y de largo alcance, una y otra vez el bastión, mientras la cabra Ryan y el resto de defensores de la plaza se defienden con cagarrutas y golpes de honda cartaginesa y piedra arenisca, la misma que se utilizó para construir unas murallas en una vila que está situada allá d’alt, porque no tiene otro nombre, pues así son de sencillos y elegantes sus habitantes que no tienen que ponerle nombre a las cosas, porque ya es suficiente con que existan, y porque son grandísimos seguidores del laisser faire, laisser passer; lo que hace única a esta isla, y no al contrario de algunos incapaces de olvidarse del pasado y tender puentes, resabiados todos ellos, que dedican sus esfuerzos y escaso talento y talante, a desmontar placas de nombres de calles que no les gustan, monolitos del pasado, que son solo eso: pasado, y otros enseres que les molestan, sin molestarse en hacer cosas que realmente importan para la vida de a quienes sirven, pues para ello fueron elegidos.

Ante tales circunstancias, comprenderán que la historia y objetivo de salvar a la cabra Ryan, no pueda acabar bien, pues el final es tétrico –no del tétris, que eso es otra cosa a la que a algunos les gusta jugar-, pues al final, y pese a los esfuerzos de mucho, esta no consigue ser salvada y perece abatida bajo el fuego enemigo en un sinfín de escaramuzas por parte estos últimos fuera de todo honor. Total, y en resumen. Que las cabras ya no están, aunque de los cabritos que las asesinaron, no podamos decir lo mismo.

Sic transit gloria mundi.