En los últimos días ni siquiera Ibiza ha conseguido permanecer inalterable ante lo que está ocurriendo en Europa, con las decenas de miles de inmigrantes que buscan refugio en los países del este. Se suceden las concentraciones de protesta y los actos solidarios para recaudar fondos con los que ayudar a las ONG que socorren a los que huyen de la guerra y del hambre en Siria. Ayer en el Passeig Vara de Rey de Vila un centenar de personas acudieron a un acto de protesta por el preacuerdo alcanzado entre la Unión Europea y Turquía que ha causado indignación entre muchos ciudadanos. Los organizadores plantaron tiendas de campaña y colocaron muñecos para simbolizar el drama que está teniendo lugar en Europa, en el jardín del primer mundo, ante el cual a los líderes europeos solo se les ocurre pagar una millonada a Turquía (a quien se le niega a menudo la posibilidad de incorporarse al club de los Veintiocho) para que los contenga y se los quede. Este acuerdo inmoral e ilegal ha despertado las críticas de la ONU y de sus organismos, como ACNUR, pero también el malestar de muchos ciudadanos. Pero seamos realistas, los que se manifiestan aún son pocos y mayoritariamente de izquierdas. Los del PP ni están ni se les espera, lamentablemente, lo que es un error porque no estamos ante un asunto político, sino ante una cuestión de Derechos Humanos.

Pero para nuestra vergüenza colectiva, ajenos a que estos días con esta crisis migratoria, Europa entera cincela para siempre unas páginas tristes de su historia, una vez más la política pasa por encima de todo lo demás. Ángela Merkel se muestra más preocupada por frenar el avance de las fuerzas de ultraderecha, que a costa de los refugiados cobran fuerza y ganan poder. No son los gobiernos quienes dan la espalda a los refugiados sirios, iraquíes o libios. Son los ciudadanos europeos. La indiferencia ante lo que sucede se torna en crueldad. Europa puede hacer mucho más.