Leyendo el magnífico artículo de mi compañera Carmen Cires en las páginas 22 y 23 de nuestro periódico de hoy sobre Toni Planells Tur, Toni Planes, me he dado cuenta que en estos tiempos que corren echo en falta muchos más prohoms.

Para todos aquellos que no lo sepan estos hombres eran, en el ámbito de los países de lengua catalana, personas dignas de especial consideración que eran elegibles o ejercían un cargo representativo, tanto por sus condiciones personales como por su situación económica. Pues bien, si miro a mi alrededor, y me fijo en la clase política actual y en muchos de los altos cargos que nos rodean, veo pocos aspirantes a ser prohoms, tal y como se desprende de la definición arriba mencionada. Y no lo digo sólo por los que forman parte de la política catalana, no quiero que nadie me interprete mal, sino a nivel nacional. Por supuesto que los hay que se salvan, como en todos los sitios, pero últimamente el espectáculo de los imputados del PP valenciano, de los ERE de Andalucía, del señor Jilián Besteiro en Galicia e, incluso, con todo lo sucedido en Podemos entre los partidarios de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, me hace dudar de si existen prohoms en la política actual.

No sé. Posiblemente tendría que rebuscar mucho en mi memoria y repasar a fondo mi disco duro, no del todo fiable, por otro lado. Tal vez encuentre algunos ejemplos en la política local donde por lo general, todo es más cercano al ciudadano y a los medios de comunicación. Y si no, por mucho que lo intento, apenas encuentro nombres que no provengan de la transición española como el de Santiago Carrillo, Felipe González, Adolfo Suárez y por supuesto Juan Carlos I, todos ellos ejemplos de personas que hicieron todo lo posible por llegar a un consenso, más allá de sus ideas políticas, por el bien de todos los españoles. Algo que, desgraciadamente, queda muy lejos en los tiempos que corren. Al igual que la figura de los prohoms en la política actual.