Llegó desde Palma Joana Garau, directora general de Recursos Hídricos del Govern, y manifestó a nuestro periódico que ante la falta de agua potable que sufren los acuíferos, debido a la escasez de lluvias, "Eivissa debe plantearse limitar la entrada de turistas porque la demanda supera la capacidad del recurso". La cuestión es que Joana Garau no trajo soluciones, sino que dejó claro que la interconexión de la planta desaladora de Santa Eulària no será posible para este verano. Es decir, Sant Josep no recibirá agua potabilizada de Santa Eulària esta temporada estival. Y a todo lo dicho hay que añadir el hecho de que las redes municipales de abastecimiento pierden cantidades enormes de agua. El problema radica en que desde hace muchos años los ingenieros agrónomos del Consell y de los ayuntamientos han venido advirtiendo de los peligros que afectan a los acuíferos, incluso la salinización, pero aquí los políticos locales no han reaccionado y tanto la población como los visitantes han aumentado considerablemente. Es decir, no hay agua para todos, y si no que lo pregunten a los vecinos de la zona sur de Sant Josep: Sant Jordi, sa Carroca y Platja d’en Bossa. A mi entender, la situación actual es debida a la falta de medidas que deberían haber adoptado el Govern, que tiene las competencias. Me refiero a que si se hubiera construido una gran desaladora en Sant Josep hoy no sería necesario reclamar la interconexión entre las desaladoras de Vila, de Sant Antoni y la de Santa Eulària, que para más inri aún no ha entrado en funcionamiento. Así que quiero plantearle, pues, señora Garau, que antes de sugerir limitar la entrada de turistas en Eivissa, debería intentar poner remedio a la escasez de agua, aunque sea con desaladoras portátiles, como las que instalan los norteamericanos en zonas catastróficas. O trayendo agua a nuestra isla desde Tarragona, como hizo Mallorca. Por último, me place poner en su conocimiento que aquí los que han demostrado talento son nuestros empresarios, que han sabido crear un emporio de riqueza y crear millares de puestos de trabajo. En cambio, la clase política está demostrando una gran incompetencia porque aquí los problemas se multiplican y muchos de ellos son endémicos.

Naturalmente, ahora me refiero a la enorme cantidad de agua sin depuración correcta que se vierte en nuestras costas, en todos los municipios, y el caso más flagrante es el de la depuradora de Vila, que aún no se sabe cuándo entrará en funcionamiento. Ya saben, la que se ha de instalar en Sa Coma. Y como es muy sabido, las aguas fecales del municipio de Eivissa se vierten al mar por el emisario de Talamanca, que sufre roturas frecuentes contaminando la cala y sus playas. Y el Govern va poniendo parches, pero no viene con un nuevo emisario, que es lo que se necesita. Sinceramente, no entiendo que a estas alturas las asociaciones de vecinos de Talamanca aún no hayan denunciado los hechos ante la Organización Mundial de la Salud. Al igual que deberían hacerlo los vecinos de Sant Jordi por el hecho de que por sus grifos sale agua salada.