Digo, y estoy muy convencido de ello, que si el Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN) no existiera Eivissa debería inventarlo. Y conste que no siempre he estado de acuerdo con ciertas posiciones que ha adoptado. Pero lo cierto es que ahora, a principios de abril, a pocas semanas del inicio de una nueva temporada turística, el GEN ha denunciado la mala gestión de las depuradoras de aguas residuales, hasta el punto que la mayoría de aguas tratadas en las Pitiusas no se reutilizan y se vierten en el mar y son de pésima calidad. Basándose en informes facilitados por la Agencia de l’Aigua i la Qualitat Ambiental (ABAQUA), el GEN nos dice que los análisis de las aguas que se vierten de las depuradoras demuestran incumplimientos en la eliminación de materia orgánica, y que de las diez depuradoras existentes siete realizan una depuración deficiente. Se ha comprobado que las mejores plantas son las de Sant Antoni, Cala Llonga y Port de Sant Miquel, con buena calidad, y las peores las del municipio de Eivissa y de Platja den Bossa. ¡Toma del frasco, Carrasco!

El problema de la mala depuración de las aguas residuales, que se vierten por medio de emisarios al mar, no es que contaminen solamente el litoral, que lo hacen, sino que pueden poner en peligros algunas de nuestras calas y las praderas de algas, y creo oportuno recordar que las playas vienen a ser para nosotros lo que los pozos de petróleo a los países productores. Quiero decir que hay que cuidar con esmero las playas y las calas ya que son el mayor atractivo que tenemos para mantener la industria hotelera y la complementaria. ¿Y quién lo tiene que hacer? Sin duda alguna toda la clase política responsable.

Hemos visto la problemática que azota desde hace muchos años nuestras costas, pero resulta que en el interior de la isla, incluso en zonas urbanas, sucede que van apareciendo un día sí y otro también vertederos incontrolados de residuos sólidos urbanos. Es un problema endémico, que parece no tener solución, y aquí los responsables son los ayuntamientos todos, que no saben acabar con la lacra que supone llenar de basura nuestra escasa geografía. Posiblemente, los políticos municipales han de mejorar las ordenanzas, hacerlas cumplir e imponer sanciones y multas fuertes, que es lo único que entienden los desaprensivos.

Por un lado, resulta que vertemos en la mar cantidades industriales es de aguas residuales mal depuradas, en lugar de intentar que puedan ser aprovechadas para zonas de regadío, como quieren hace en Formentera y no han conseguido nunca lograrlo en Santa Eulària. Hay que sumar, por otra parte, el hecho de que llueve muy poco, que hay sequía y no tendremos agua potable suficiente para los residentes y los visitantes… y es lo que hay. Están los políticos responsable a verlas venir y a esperar que los dioses les sean favorables. Mientras tanto, no hay agua de beber para todos. Es un hecho irrefutable.

¿Y que piensan de dicha situación los alcaldes de los municipios de Eivissa, cómo lo van a resolver? Parece que nadie es capaz de dar una respuesta que ayude a resolver la situación de penuria líquida que nos atenaza. Entonces, como había sugerido anteriormente, podría ayudar que vinieran barcos cargados de agua desde la península, algo que ya se hizo en Palma hace unos años y ayudó a paliar la falta de agua potable. En el caso de nuestra isla, sugiero que los buques podrían amarrar (con el beneplácito de la APB) en el muelle norte y desde allí conducir el agua hasta la planta desaladora de Eivissa. Por lo menos, ayudaría a resolver con garantías la falta de agua que sufre el municipio de Sant Josep. ¿Por qué no lo estudian? Y mientras tanto, podrán poner en marcha la desaladora de Sant Eulària y la red de tuberías que se ha de construir para garantizar el abastecimiento que la población residente y visitante merece.