Rechazar las viviendas de protección oficial quizá sea una opinión poco popular; parece que tengamos que estar automáticamente a favor de algo que, se supone, favorece el acceso a la vivienda a personas con menos recursos. Intentaré explicarme bien: en Eivissa, en las actuales circunstancias sociales y económicas, la construcción de VPO es echar más leña al fuego. Al fuego de la especulación, cuyas llamas superan con creces las soluciones que la administración parece dispuesta a dar.

¿Quién garantiza que las nuevas viviendas que se contruyan, sean de protección o no, no van a acabar al final en manos de alguien que solo pretende lucrarse?, ¿quién vigilará que esas viviendas no se alquilen a turistas por semanas o por días?, ¿quién puede asegurar que no se realquilarán las habitaciones?.... ¿Van a tener un policía cada día delante de cada puerta?...

Digo todo esto porque el Ayuntamiento de Eivissa se dispone a reactivar el proyecto de construir centenares de VPO en Ca n’Escandell, una idea polvorienta de tan vieja que es, que en su momento pudo tener sentido, y que ahora quizá debería replantearse. Ciertamente, junto a las viviendas se prevé construir un gran parque; bueno, pues que sea un inmenso parque...; precisamente, parques y jardines no son lo que sobra, en Vila. Pero, pisos, al final, ¿para qué creen que van a servir?...

¿Y si todo el dinero que se destinará a poner más cemento se destinase a incentivos a los propietarios que alquilen todo el año?, ¿y si se destinase a dotar de recursos una auténtica oficina de la vivienda?... En Eivissa no hay un problema de falta de vivienda: los pisos ya existen, lo único que pasa es que están vacíos, esperando a que lleguen los turistas en verano.