Decir que la ciudad de Eivissa ha crecido pensando en los vehículos y no en las personas es ya un tópico. En realidad, ni siquiera creció pensando en los coches, como demuestra la grave falta de aparcamientos que padecemos y la compleja trama de calles y avenidas sin salidas suficientes para el tráfico rodado.

El plan de movilidad aprobado en un anterior mandato progresista apuntaba ideas y proyectos que hoy siguen plenamente vigentes y que nuestro equipo de gobierno está dispuesto a poner en práctica de manera decidida. Se basan, principalmente, en invertir la tendencia de que el coche encuentre facilidades para llegar al centro de la ciudad, de tal manera que lo más lógico sea dejarlo fuera y realizar la mayoría de los traslados en el interior a pie o en transportes alternativos (bici, moto) y colectivos (bus).

La gran transformación que supondrá la peatonalización de Vara de Rey y su entorno, y que comenzará después del verano, será el principio de este gran cambio de modelo, pero no será el único paso valiente en este sentido. Como ya se ha dicho, coincidiendo con dicho proyecto se acometerá una profunda revisión de los sentidos de circulación de las principales calles y avenidas, con el objetivo de que, al dotarlas de un sentido único, se simplifiquen los recorridos y puedan ser más fluidos.

En esta filosofía se enmarcan también algunas de las reformas que se realizarán próximamente en el puerto, con el visto bueno de la ciudad. Eliminar el aparcamiento interior de la zona de los andenes y trasladar la estación para ir a Formentera no son proyectos fruto del capricho de nadie, tienen su lógica en este nuevo modelo de movilidad que requerirá, lo tenemos claro, muchísima pedagogía de cara a todos aquellos que, de entrada, lo ven perjudicial para sus legítimos intereses, bien sean vecinos, comerciantes o visitantes del municipio. El aparcamiento de los andenes produce un efecto llamada que el centro de la ciudad no puede absorber durante la temporada, el caos de tráfico de los últimos veranos es insoportable e insostenible. Tenemos que poner en valor, y hacer entender a la gran mayoría, que recuperar el puerto para poder pasear, disfrutar de su oferta de ocio y vivir sin tráfico rodado en primera línea, es un gran beneficio para todos y no tanto un perjuicio para algunos.

En cuanto al traslado de la estación de las barcas entre Eivissa y Formentera, dejando al margen los argumentos técnicos expuestos por Autoritat Portuària (1,5 millones de pasajeros anuales en un muelle que no cumple con las dimensiones míni- mas para esa operativa) quisiera también que se entendieran los argumentos de la ciudad. Eivissa tiene pleno derecho y legitimidad para ordenar su bahía y conseguir una mejor relación puerto-ciudad. Últimamente, el puerto se había convertido en un vecino incómodo, molesto, y su actividad, en una barrera constante que impedía el disfrute del mar. El traslado de la estación a unos 700 metros de distancia (7 minutos caminando a ritmo normal), nos ayudará a ampliar el paseo, nuestra primera línea de ciudad frente al mar, eliminando la trinchera de vehículos, autobuses, humos y ruidos que se forma detrás de la actual estación y con la que separamos la avenida Santa Eulària y ses Feixes de Vila del mar, nuestro entorno natural. Necesitamos un paseo amable, sin ruidos y sin humos, sin grandes barcos atracados a escasos 20 metros de nuestros vecinos, que son los que aguantan las molestias de las grandes operaciones portuarias. No es una medida contra nadie, es una medida a favor de esa movilidad que permitirá que, según se baje de la barca, se conecte de forma directa con la rotonda que hay junto al muelle comercial para facilitar los desplazamientos. Las personas, una vez más, podrán optar por el transporte público o por caminar hacia el centro de la ciu- dad de la misma manera y con las mismas facilidades o más que el resto de personas que se desplacen a nuestro municipio desde el resto de lugares de la isla. En la ciudad de Eivissa hace ya tiempo que no cabemos. Tenemos que asumirlo y concienciarnos de lo valioso y frágil que es el centro de la ciudad. Todas las medidas que tome este gobierno irán en esa línea, por impopulares que puedan resultar en primera instancia. El horizonte es otro y caminaremos hacia ese cambio que nos permita recuperar una ciudad que no debe convertirse únicamente en un aparcamiento multitudinario para todos los que quieran llegar a ella.