Este 4º domingo de Pascua es el llamado del Buen Pastor. Jesús se presenta como el Buen Pastor que cuida de sus ovejas, busca la extraviada, cura la herida y carga sobre sus hombros la extenuada. No se trata de ningún pastor, ni de unas ovejas en sentido literal. Se trata de Jesús, en esta imagen del pastor, que dio su vida por nosotros los hombres y por nuestra salvación. El arte cristiano se inspiró en esta figura entrañable del Buen Pastor y dejó así representado el amor de Cristo por cada uno de nosotros.

El Señor a nadie niega su gracia para creer y para salvarse. Dios quiere la salvación de todos los hombres, y que todos lleguemos al conocimiento de la verdad. Ahora bien, si uno pone obstáculos al don de la fe, es culpable de su incredulidad. Es cierto que por las solas fuerzas naturales del hombre la fe y la vida eterna no se pueden merecer; son un don gratuito de Dios. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. La esperanza de que nuestro Padre Dios nos concederá la perserverancia final tiene su fundamento, no en nuestras propias fuerzas, sino en la misericordia divina. El Evangelio enseña que nadie se encuentra excluido del perdón, y que los pecadores -todos somos pecadores- pueden llegar a ser hijos queridos de Dios mediante el arrepentimiento y la conversión. Jesús nos habla de la alegría grande en el Cielo por un pecador arrepentido.