Jesús, después de anunciar su partida, resume sus mandamientos en uno solo: el Mandamiento Nuevo. Volverá a repetirlo otras veces en el discurso de la Última Cena. " Un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros, como yo os he amado. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor entre vosotros". No puede separarse el amor al prójimo del amor a Dios. El mandamiento supremo de la ley es amar a Dios con todo el corazón. Cristo enriqueció el mandamiento del amor al prójimo, al identificarse él mismo con los hermanos al decir: "todo cuanto hicisteis a uno de estos hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis ". Jesucristo siendo la misma pureza, la misma sencillez, la misma humildad, sin embargo no pone como distintivo para sus seguidores ninguna de estas virtudes, sino la caridad. Estamos en el siglo XXI, y todavía sigue siendo un mandato nuevo, porque muy pocos se han preocupado de practicarlo.

No nos queda duda, hay tantas y tan grandes necesidades, que nosotros no podemos atender a todo el mundo; los refugiados, las víctimas del hambre y de la guerra, los afectados por el terremoto de Ecuador, todas las personas que se encuentran solas y desamparadas. No podemos solucionar todos los problemas de la humanidad. Pero sí podemos colaborar, según nuestras posibilidades, a que mengüe el mal físico y moral de tantos miles y miles de hermanos nuestros. Recordamos también el llamamiento del Papa para socorrer a tantas personas que esperan angustiadas nuestra generosa colaboración.

Es cierto que también aquí, en Ibiza, hay familias que lo pasan mal, por falta de trabajo, por enfermedades, y por diversas causas, pero siempre encontraremos personas que están peor.

"Yo soy pobre"- me decía un hombre- " pero intento ayudar a los que lo necesitan más que yo". El amor no tiene fronteras, ni ideologías, ni razas, ni creencias, ni culturas, nada de eso debe ser obstáculo para amarnos con obras y de verdad.

San Pablo hace un himno al amor cristiano.

"El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso, ni egoísta; no se irrita,; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca ( I Cor.13,4-8)