Las cabras prometían, las serpientes han ganado sibilinamente puestos y los mosquitos tigre son cada vez de mayor tamaño a punto de convertirse en la variedad toro. Pero otro animal con hilos como patas está ganando enteros para convertirse en una de las mayores pesadillas del 2016 en Eivissa. La primera hornada de medusas llegó hace un mes al municipio de Sant Josep. Unos días después, lograron llegar a Sant Antoni donde se contaban por millares, y ya se han divisado las primeras en el municipio Sant Joan. Mientras tanto, la temporada ya ha comenzado y lo que, en un principio, era «un problema puntual» para los responsables del área medioambiental de nuestros ayuntamientos, puede convertirse en una auténtica pesadilla. Cuando ese ‘problemilla’ salte a las redes sociales de los millones de turistas que desembarcarán este verano en la isla, igual las autoridades empiezan a tomar medidas para alejar este incómodo visitante de las playas. Los ‘like’ con cara de vinagre se multiplicarán en la misma proporción que las medusas y, quizás, algunos de los turistas que quieren disfrutar del mar y no solo bailar desenfrenadamente en las discotecas, se lo piensan antes de venir. Si queremos vender una imagen alternativa a la isla que no duerme y siempre está de fiesta, la de millares de medusas rodeando la isla no es la mejor publicidad por mucho que esté todo el mundo confiado en que este año se batirán récords y llegarán turistas por castigo. Este año vendrán pero igual el próximo deciden no repetir, sobre todo después de gastarse un ojo de la cara por pasar una semana en la piscina de un hotel sin poder bañarse en la playa. Posiblemente, algún iluminado compare esta invasión con la plaga de las langostas que hace más de dos mil años acabó con todos los cultivos de Egipto. Aunque no es tan descabellado pensar que las medusas, como las langostas, podrían amenazar la principal fuente de comida de la isla.