Empecemos por el PP. Desde que estalló la crisis de candidatos del PP balear que me hago una pregunta...: ¿Por qué no es José Vicente Marí Bosó el nuevo número 1 del PP al Congreso?... Es a todas luces mejor candidato que Teresa Palmer; ha demostrado buenas dotes de gestión, de liderazgo, es más simpático (cosa no muy difícil, por cierto) y es el número 2 de la lista: sería casi natural que, después de la caída o decapitació, o lo que sea, de Mateu Isern, Marí Bosó le sucediese. Creo que casi nadie lo hubiera discutido. ¿Qué pasa?, ¿que es ibicenco?... ¿Los mallorquines del PP prefieren matarse solo entre ellos?, ¿incluso cuando lo que se reparten son bofetadas, les cuesta dar alguna a los ibicencos?...

Creo que ‘crisis de candidatos’ es la expresión correcta para definir lo que ha sucedido en las últimas semanas en el PP balear. En un partido donde lo normal es que haya solo uno o dos para ocupar un puesto, que se presenten 23 personas de golpe constituye una auténtica convulsión, una crisis de tomo y lomo. Los políticos huyen de la palabra crisis como de la peste; sin embargo, las crisis son necesarias y útiles si se sabe sacar provecho de ellas. Es evidente que éste no ha sido el caso.

La digitación de Teresa Palmer por parte del PP nacional, esa delegada del Gobierno que negaba la oleada de robos en Eivissa mientras asaltaban las casas una detras de otra, debe ser una noticia triste para los militantes baleares del PP: si, alguna vez, imaginaron que las Balears tenían cierta autonomía respecto de Madrid, ya pueden irse quitando esa idea de la cabeza. Se diría que los populares están decididos a dilapidar su antes abultada reserva balear de votos. Quizá aún no se han dado cuenta de que se acabó el tiempo en que ellos eran la única opción de derechas.

En el otro lado del espectro político, el escenario no está mejor. Es difícil encontrar calificativos que describan el acuerdo al que han llegado Podemos y Més, para concurrir juntos a las elecciones: ¿peculiar?, ¿delirante?, ¿humillante para los de Més?... El pacto al que han llegado Més y los podemitas consiste en que Més ocupa el número 3 de la lista pero solo durante dos años, si llegan a lograr el diputado; Antoni Verger, si logra entrar, será un diputado intermitente, de temporada, se va quedar como parpadeando, clic, clic... Raro, raro, raro. La estrategia Podemos-Més podría ser buena, pero la aparición del partido Sobirania per a les Illes, como respuesta a la falta de una auténtica opción nacionalista en las Balears, amenaza con echar al traste esa estrategia; si la unión Podemos-Més iba a lograr alguna ventaja, puede quedar ahora en agua de borrajas.

Los de Podemos, probablemente, ni se imaginaron esa posibilidad; ellos se mueven en clave española, esto de las autonomías y las islicas con esos indígenas que dicen uep, vatuadell y esas cosas no les atrae demasiado. Pero que los des Més no cayesen en la cuenta demuestra un cierto desconocimiento de su propio electorado. Para muchos simpatizantes de Més, su unión con Podemos respresenta un absoluto despropósito. Una postura comprensible, por otra parte, ya que Podemos está demostrando que es tan centralista y monolítico como el PP a la hora de la verdad: en uno manda Pablo y en el otro Mariano, y, los demás, chitón.

Ante este panorama, ya veo las colas de gente para votar el 26 de junio; yo voy a ir a primera hora, no sea que se acaben las papeletas.