A muy pocos sorprendió que el PP perdiese el poder en Eivissa y en Balears hace un año. Había un clima a favor de un cambio político, aunque la derrota de los populares no fue tan abultada como se esperaba. Vila es, posiblemene, el Ayuntamiento donde más se percibe el cambio. Con errores y aciertos, se nota un equipo cohesionado y con ganas de cambiar las cosas. Aún es tiempo para hacer una valoración solvente, pero las expectativas no parecen malas. Tampoco tenían el listón muy alto tras el desastre protagonizado por el ‘salami band’.

Sant Josep tiene al político socialista con más experiencia. A ‘Agustinet’, por cierto, le llegué a comparar injustamente con Matas y Munar. Nada que ver porque tanto Matas como Munar han sido condenados por corrupción y ‘Agustinet’ no. Pero también es cierto que en el gobierno de Sant Josep se vislumbran algunos tics peligrosos que pueden acabar siendo perjudiciales para el gobierno. El tema de las playas o la polémica de las cabras de es Vedrà han sido asuntos importantes que no se han resuelto de forma adecuada para el equipo de gobierno. .Aún le quedan tres años por delante y quizás tanto un tema como otro al final sean simples anécdotas. En cambio, Sant Antoni muestra las mayores carencias, con un tripartito donde se conocen más los tuits y altercados en las redes de algunos concejales que su gestión. El fichaje de Gallardo es un episodio más que desgraciado.

El Consell es el gobierno donde se siguen estancando muchos de los problemas. Da la sensación de que el gobierno puede saltar por los aires en cualquier momento y que el matrimonio PSOE-Podemos es de pura conveniencia. Sería aconsejable que esperpentos como la pseudoconsulta por la carretera de Santa Eulària o las desavenencias por el Plan de Carreteras no se repitiesen. Y que Podemos sepa que gobierna, que ha dejado de estar en las ‘trincheras’ políticas. Si acaban entendiéndolo, quizás aguanten la legislatura. Eso se sabrá en 2019.