Es como Gran Hermano, pero al alcance de todo el mundo. Alguno me dirá que visto el paisanaje que participa en el programa de marras, Gran Hermano ya está al alcance de todo el mundo. Pero no, me refiero a la posibilidad de retransmitir la vida en tiempo real con un smartphone y una de las Apps de moda: el Periscope.

Gerard Piqué la puso de moda pero la abandonó a los pocos meses porque le llovieron palos desde todos los frentes, especialmente desde la Villa y Corte. Sus conexiones desde el vestuario o en el avión tras un partido desencadenaron una catarata de críticas de los informadores deportivos. La mayoría de compañeros alegaron los obstáculos y negativas que reciben de los jugadores en la zona mixta. Tienen razón, pero sólo en parte. La realidad es que el mediático Piqué sacó más titulares en cuatro periscopes que muchos compañeros de dilatada carrera. Un buen día Piqué abandonó su dinámica de ‘periscopear’ pero la App sigue haciendo camino y nos ha dejado algunos ejemplos de cómo las nuevas tecnologías también pueden degenerar y tener usos y efectos perversos.

Así, hemos conocido las correrías de un kamikaze de la carretera que no tuvo otra ocurrencia que retransmitir en directo sus cafrerías al volante mientras conducía a cerca de 200 kilómetros por hora. Su temeraria retransmisión al volante también fue la prueba de cargo para su detención aunque por el camino puso en serio peligro la vida de decenas de conductores. Pero los efectos perversos de las nuevas tecnologías pueden ir más allá y así vimos como una joven francesa de 19 años retransmitió vía periscope su suicidio a un millar de personas que la seguían cuando se lanzó a las vías del tren. Lo dicho, el diablo está en todas partes.