Se acabó el romanticismo. Esta es la historia de un desamor entre un salmón y una sardina, en la que la sardina abandona al salmón, por un chanquete . No es que no quisiera al salmón, que además, estaba buenísimo. Lo que ocurre es que le venía grande. Imagino que tan grande como el cargo que algunos políticos de granja invernadero ocupan; y con esto me estoy refiriendo, a que son de invernadero, porque su cría y adaptación, se lleva a cabo en lugares cerrados, poco ventilados y en espacios en donde no hay contacto con la naturaleza. De laboratorio, ¡Vamos! Y aquí hemos de puntualizar que su sabor es también diferente. Incomparable al de los políticos que se cultivan en plena naturaleza, al sol, al aire y al viento que los lleva y los trae, ya saben: como la marea, que perfumadita de brea se acerca y se va, cuando se los menea. De esos mismos, y corrientemente nombrados políticos populistas, por pasarse el día recorriendo mercados de abasto, y acudiendo a actos y manifestaciones populosas solamente en periodos electorales; aunque en su fuero interno, les importe un pito, lo que allí se diga o se haga. Para que me comprendan un poco más esta diferencia: un político de invernadero, vendría a ser como una dorada de cultivo en granja artificial, cuyo sabor es insípido; mientras que un político auténtico sería, como el salmón salvaje; mismamente como el de Noruega, que se da tortas contra las piedras del rio en su remonte para desovar cada año en su nacimiento- en este caso y para un político, sería cada cuatro años-. También son llamados políticos vocacionales, y son de aquella especie que no solo, no se meten dinero en el bolsillo, sino que suelen acabar en la mismísima piel del salmón, que acaban perdiendo la, tras haber desovado sus esfuerzos en pro del bien, o dicho de forma parecida, dejando las arcas con superavit. Para verlo con mayor profundidad, más o menos imaginen se los remontando el río, como en el anuncio de fa de los 80; aquellos spots, que anunciaban las fragancia de la naturaleza salvaje, con aquellas bellezas, bañándose bajo la cascada y corriendo por la playa con sus dos naturalezas salvajes «al vent», como cantase Raimon - ¡Sí! Ahora ya saben cuál fue su inspiración para su canción- .Había salmones remontando la corriente. Se lo juro, pero nadie se fijó en ellos por culpa de las naturalezas salvajes que portaban las susodichas, y que desviaban las miradas de todo hijo de vecino, pues tal era el hambre que todavía había en nuestro país... Pues quien no ha soñado alguna vez con ese anuncio ochentero, tan sugerente, sin importarle si suben o bajan los salmones a dar sus mítines? Propongo que ahora hagan el mismo spot con tíos en las mismas condiciones, ya saben; por eso de la igualdad de los «miembros».- Seguro que ahora, la mayoría se fijará más en los salmones, por eso de promover la igualdad de sexos, y así y de esta guisa, que nombren alcaldesa de cualquier lugar, a una de fa, aunque de igual que esta pueda no tener dos dedos de frente. Flaco favor a quienes nos dieron la vida. Qué tiempos aquellos en los que los miembros del gobierno y los de la oposición hacían su trabajo, y no se dedicaban a hacer el pez luna que pesando mil quilos, su cerebro apenas alcanza los 8 gramos de masa, y que ahora se pasan el día leyendo los anuncios de la prensa en busca de estilos machistas, sexistas, y todo eso. Se nota que no tienen suficientes cosas en qué pensar, ni problemas que solucionar, y por eso se dedican a escudriñar en sus trayectos aeroportuarios, en sus desayunos cotidianos, y en sus tediosas vidas, la sección clasificados, en vez de las noticias de peso. ¡Fotre! Que mal anda este país, en el que nuestros políticos de granja invernadero se dedican a hacer estas cosas. Pues ya que estamos; ¿Pues no podrían haberse fijado en la sección de putas y contactos, para ver si observan algún tipo de ismo turbulento? ¿Tal vez sexismo? ¿Tal vez racismo? ¿Esclavismo, probablemente? Ahora va a resultar que los males de nuestros problemas se encuentran en la sección de trabajo de la prensa de este país, y que los empleadores, además de dar trabajo, van a tener que andarse con ojo, a la hora de buscar una camarera de piso, y le tendrán que cambiar el nombre por el de "camarero de Pisa", O: se busca quien se sepa subir al andamio, sin que le duelan las rótulas del cuerpo, para no incurrir en delito de dar a entender que se busca a alguien joven. Mas o menos como lo que hacen los que venden entradas de futbol de forma ilegal: «se vende bolígrafo por 1000 euros y regalo entrada para la Eurocopa». Por ello, no es de extrañar que cuando a la sardina le viene grande el salmón, finalice por algo más parecido a la talla que él mismo ostenta, y acabe por unirse al chanquete, y así, de igual forma sus actitudes, y aptitudes, acaben por asimilarse a la baja. Lo que se suele conocer por un menor tallaje. Y lamentablemente hace que se esté dando mucho esto, en estos días en el entorno político, y que se suela escuchar demasiadas veces, la frase de: - este no da la talla- . La culpa por tanto, no es de los ciudadanía que tiene muchas tragaderas. La culpa sin duda, la tiene la sobre explotación del planeta y el cultivo del pez de granja, que hace que cada vez sea más difícil encontrar salmones auténticos, dispuestos a remontar con «agallas» los ríos turbulentos de esta sociedad, y porque, además, todo hay que decir lo, cada vez se cultivan mas y mas besugos en granjas de cultivo artificial, y luego pasa lo que pasa: que ninguno acaba dando la talla.