Jesús en el Evangelio de este domingo XII del tiempo ordinario, pregunta a sus discípulos lo que dice la gente sobre él. Hay diferentes opiniones…. Vosotros, ¿ quíen decís que soy yo? Respondiendo Pedro dijo: Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios. El Señor les ordenó que no dijeran esto a nadie. Y añadió : Es necesario que el Hijo del Hombre padezca, sea condenado y sea muerto y resucite al tercer día. Aquel que quiera venir en pos de mí, dice Jesús, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. La Cruz no sólo está presente en la vida de cada cristiano, sino también en toda vida humana. Es muy cierto que aquel que ama los placeres, que busca las comodidades, que huye las ocasiones, de sufrir, que sus anhelos en su vida son las riquezas materiales: el dinero, el egoísmo, la soberbia, el prestigio humano;…ese de cristiano solo tiene el nombre. Allí donde un cristiano gaste su vida honradamente, debe poner con su amor la Cruz de Cristo. San Pablo dice estas palabras. " Lejos de gloriarme sino en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo ( Gal.6,14).

Por nuestra condición humana ya estamos participando de la cruz de Cristo; pero también lo hacemos cada vez que realizamos gestos caritativos, como reflejos del amor misericordioso de nuestro Padre Dios, e igualmente, hacemos patente la ternura del Corazón de Cristo.

En este año Jubilar de la Misericordia recordemos y practiquemos las Obras de Misericordia espirituales y corporales, y todos seremos más felices.

¡Dichosos los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia!