Este domingo los ciudadanos de Eivissa y Formentera nos la jugamos. Y de verdad. Seis meses después volvemos a enfrentarnos ante la disyuntiva de si dedicamos diez minutos de nuestra vida a depositar el sobre blanco y el salmón en sus respectivas urnas o pasamos de la democracia y, en esta ocasión, nos vamos a dar un baño y a broncearnos en la playa. Para los que todavía estén dudando, considero convenientes explicarles que los pitiusos sólo tenemos asegurado un único representante (el senador) entre los 350 diputados y los 266 senadores. Los baleares elegimos pasado mañana a nuestros ocho representantes en la Cámara Baja. Insisto, ocho diputados entre 350. Y de estos ocho hay posibilidades de que dos sean ibicencos, José Vicente Marí Bosó (PP) y Sofía Hernanz (PSOE), aunque el escaño de la socialista peligra más que nunca ante el auge de la coalición Unidos Podemos, que han renunciado a poner a un pitiuso en puestos de salida. Si de verdad alguien cree que un mallorquín o un menorquín van a defender los intereses de Eivissa y Formentera en el Congreso o no sabe nada del funcionamiento de las Cortes o miente descaradamente. Si alguien piensa que Juan Pedro Yllanes, la menorquina Mae de la Concha y Antoni Verger (Més per Mallorca) van a mover un dedo para que las inversiones vengan a las Pitiüses en vez de a Mallorca o Menorca es que todavía no se han enterado de qué va la película. En Madrid, quien corta el bacalao es el PP y el PSOE y, por suerte, tanto Sofía Hernanz como Marí Bosó tienen buenos contactos en la capital y saben qué teclas tocar para que en las Pitiüses nos toque algo más que las migajas.