Los resultados de las últimas elecciones generales insuflaron una gran dosis de alegría y optimismo en las filas del Partido Popular de Eivissa tras el varapalo de las municipales, en las que se les escaparon las alcaldías de Vila, Sant Josep y Sant Antoni además del Consell d’Eivissa. Por delante les quedan menos de tres años para intentar volver a enganchar al electorado con proyectos ilusionantes. No lo tendrán fácil. Al menos en la capital de la isla, donde en poco más de un año el equipo de gobierno de Rafa Ruiz ha conseguido disipar las dudas sobre su capacitación y reactivar una ciudad que en la legislatura pasada sufrió cuatro años de parálisis vergonzante. El presidente de la formación, José Vicente Marí Bosó, y sus compañeros de partido tienen por delante una tarea titánica para conformar desde ya un equipo que concurra a las próximas elecciones con garantías y con una proyecto de ciudad claro. Si hay algo que caracteriza al equipo de Rafa Ruiz (o el de Alfonso Molina, según se mire) es que saben qué Vila quieren, porque no hay nada peor para un gobernante que no saber qué rumbo hay que coger para alcanzar el objetivo final. En Sant Antoni y Sant Josep las figuras de Pepe Sala y Neus Marí parecen amortizadas, por lo que su trabajo durante esta legislatura debería restringirse a marcar de cerca a los equipos de gobierno progresistas de sus municipios y empezar a buscar un relevo de garantías que se convierta en una auténtica alternativa. Entre tanto llegarán el congreso insular y los de las juntas locales, donde se pondrá de manifiesto si la tranquilidad en la formación que ayer manifestaba Vicent Marí es real o ficticia.