El pasado sábado por la noche asistimos en familia al ‘Free cinema on Cala Llonga beach’. Era realmente increíble observar a los niños disfrutando de la última entrega de los Minions en ese paraje único. Las familias formaban parte de una idílica velada hasta que los responsables de las tumbonas que se apropian de esa playa durante el día a lo largo de cada jornada de la temporada decidieron empezar a obligar a la gente a levantarse de las hamacas que habían cogido con el fin de disfrutar más cómodamente de la película que no llego a durar ni dos horas. Es verdad que no habían pagado por ellas pero siendo de noche y teniendo en cuenta que hay que soportarlas y padecerlas durante tanto tiempo invadiendo nuestro espacio creo que no pasaba nada por permitir que turistas y residentes las utilizaran por un margen de tiempo tan corto bajo la luz de la luna. Además, como colofón puedo asegurar que los modos no pudieron ser peores. Como en el primer intento muchos de los «okupas» no les hicieron caso a quienes intentaban desalojarlos, éstos últimos fueron a por refuerzos y volvieron con más reclutas para lograr su claro objetivo de molestar. Muchos de los desalojados tuvieron que marcharse sin ver el final de la proyección ya que no contaban con toallas ni pareos para sentarse en la arena. La organización había colocado sillas pero debido al éxito de la propuesta muchos de los asistentes habían recurrido a las solitarias tumbonas que nadie utilizaba. ¿Por qué es tan difícil vivir y dejar vivir a los demás? ¿Tan grave era que la gente aprovechara ese mobiliario momentáneamente en desuso? ¿Tan importante era esto para interrumpir un momento de ‘enjoy’ familiar? Una pena que un grupo de apáticos empañara la velada a algunos de los niños y padres que eran parte de esta gran iniciativa de los vecinos de la zona y del Ayuntamiento de Santa Eulària.