Son las 2.am de la madrugada. Hace un calor insoportable y no se puede dormir. Me asomo a la ventana. Observo una mujer caminando con paso firme y decidido por la acera de enfrente. Pero no es la chica de ayer. Y sin embargo hay algo en el ambiente nocturno que me atrae la atención. Un ruido incesante lo delata. Me froto los puños con los ojos. ¿Estaré soñando? Evidentemente. Si no, como demonios iba a poder frotarme los así. ¿En fin! Que juraría que he visto… no, si no puede ser. A ver: A ver si va a ser el agua que me tomé, ¿Me lo habrán dado de garrafón? Realmente nada extraodinario ya que últimamente, hasta el agua que bebemos ya lo es, y no resulta extraño que veamos alucinaciones tal y como está el percal. ¿Qué le habrán echado a la depuradora, Dios mío? Si almenos estuviera dotada de la fase terciaria, que deja el agua más blanca que el Ariel…pero esa cuestión, ya sé que es tan imposible como que el Gobierno de nuestra comunidad nos asigne el total de la recaudación de la ecotasa. Ya lo dijo Calderon de la Barca: los sueños, sueños son. Prefiero sacar la cabeza por la ventana. No me aliviará la jaqueca por envenenamiento, pero tal vez refresque mi mente. Así que la saco de nuevo. (la cabeza, claro. Que para exhibicionistas ya están los del Congreso), y…espera: allí está de nuevo, bajo la farola, a la luz de la misma, anaranjado. Dije anaranjado, no anaranjada. Que no es una fanta, y que para nada me estoy refiriendo a la luz de la farola, sino al puto bicho ese que está debajo. Hace un rato estuvo, y ahora vuelve a estar. Y no estoy soñando, como esos que creen que habrá acuerdo de Gobierno entre el PP y el Psoe. Que esos, han tomado más agua que yo de la depuradora y flipan más que Burt Simpson. Si quieren se lo vuelvo a jurar, pero tampoco me creerían. Como tampoco creerían que Pedro Sánchez votase a favor de la investidura de Rajoy. Ya se lo dije antes. Y allí se encuentra caminando. El bicho: no Rajoy. Dando saltos y bandazos a izquierdas y a derechas. El bicho: no Pedro Sánchez. Si no fuese porque sé que ese ser no bebe, les diría que se ha trinkado de golpe, o le ha dado un lametón también al agua depurada. Así está el monstruo ese, que corre que se las pela con ese naranja fosforito y acaramelado, provocado con toda seguridad por el mismísimo efecto de los gases depurados, que hace que no sea su mejor arma de camuflaje, por lo que así va llamando la atención allí por donde se mueve, por cierto, perseguido ahora por un enjambre de seres que cual zoombies, no sé de donde gaitas han salido y que van a su caza con sus móviles. El alucine debe ser ya total porque la cosa es aún más grave, ya que juraría que tras él, van el mismísimo Pau Iglesias, y el Alberto Rivera. Me voy a dar dos buenas hostias cristianas en cada mejilla a ver si despierto de un sueño o es que es pura realidad, pero como eso, imagino que puede llegar a producir el mismo dolor y esfuerzo que a un nini buscando trabajo, lo voy a dejar para que las hostias se las den los que corren detrás del engendro diabólico ese, que ya les aseguro de antemano que no es ninguno de los que forman parte del programa de Ana Rosa, sino contrariamente mejor. El asunto debe de traer miga porque todos le van detrás y a la caza como locos. Allí el Mariano con su móvil lanzando dardos, el Pablo atacando por los flancos, el Pedro con su aguda lanza y el Albert, ¡Ay! el Albert, haciendo lo que mejor sabe hacer, que es no moverse del centro. A este se le escapa el Pikachu seguro. A este y a los demás. Está más claro que el agua de cualquier depuradora, que ya es un decir. Es lo que ocurre cuando se sale a la caza del Pikachu sin buenas armas negociadoras y con malos argumentos. Que te quedas a medias en todo, y acabas por ser cazado. Aquí todo Cristo va a la caza del Pokemon, pero nadie es capaz de atraparlo. Que puñetera costumbre tienen algunos políticos de jugar a la realidad virtual en este país, cuando la realidad de esta nación, es que, o se ponen de acuerdo de una santa vez en qué Pikachu democrático ha de gobernar, o acabarán por escaparse todos los pokemon por falta de acuerdo. ¿Será por eso que sale ahora toda la peña a cazarlos? ¿Por qué han perdido la fe en que sean los políticos quienes los sepan cazar? ¿O simplemente porque ya nadie distingue entre lo real y lo virtual, algo muy de moda hoy en nuestro parlamento? Venga pues, todos a la caza del Pikachu virtual, porque realidad en este país: ninguna, y yo a la cama de nuevo, a ver si despierto de esta pesadilla nacional.