Durante siglos a las mujeres les estaba vetada la educación, más allá de aprender a cocinar, bordar y cuidar maridos, hijos y enfermos. Quizá por eso hoy en día las chicas se empeñan con más ahínco en sacar adelante los estudios, dejando la tasa de abandono escolar temprano en el 15 por ciento que Europa exige para España en 2020. El problema son ellos. Los chicos arrastran una tasa del 24 por ciento, ahora que este porcentaje ha tocado su suelo histórico, con una media del veinte por ciento. Eso significa que uno de cada cinco jóvenes deja de estudiar cuando le apetece. Seguramente porque no se siente motivado o no le interesa absolutamente nada de lo que sus profesores intentan transmitirle. Todos recordamos en especial a algún maestro que tuvimos, porque fue capaz de hacer que nos enamoráramos de lo que nos explicaba. De esos no abundan, por eso los recordamos como una feliz excepción. No sé si hoy el nivel del profesorado es mejor o peor que antes, supongo que similar. Se empeñan en hacer atractivas las lecciones a base de meter tecnología, muchos trabajos prácticos, colorines y dibujitos, pero el abandono sigue siendo el mismo. Siempre habrá quien disfrute de los estudios, quien los sobrelleve así como pueda y quien los aborrezca a más no poder. A esos son a los que tienen que camelarse los profes de aquí a cuatro años, cuando la UE pretende que el abandono escolar español no pase del quince por ciento. La crisis económica ha jugado un papel crucial en este asunto, porque cuando había más trabajo el abandono era aún más acusado, hasta uno de cada cuatro alumnos dejaba el cole para irse a currar. Hoy hay más prudencia, pero sólo porque no hay alternativa. ¿Cómo lo harán para conseguir que los chavales desmotivados agarren los libros con alegría? Difícil tarea, si no imposible. Conociendo este país, me imagino que la salida que buscarán será el atajo, lo fácil, lo rápido. La lavadita de cara para que en Europa se callen y nos dejen en paz: rebajar aún más el nivel. Exigir menos a los alumnos para que vayan pasando de curso sin esfuerzo. Ahora tenemos adolescentes en el instituto a los que les cuesta leer y escribir y no comprenden la mitad de lo que leen. Dentro de unos años, ya veremos, pero me temo que el nivel cultural será para echarse a llorar y no parar.