Lo que me molesta de este debate sobre el turismo es que, en el fondo, lo que querrían algunos es que las clases bajas no viniesen de vacaciones a Balears. O sea, una persona que ahorra durante todo el año para reunir 600 o 700 euros, coger un vuelo barato, reservar un hotel asequible, y subsistir como pueda durante unos días no tiene derecho a vacaciones. Genera agobio, molesta, ocupa innecesariamente un espacio en las playas, consume aceras, agua y oxígeno del paraíso. Cómo se le ocurre. Mejor un jeque árabe, por supuesto, que miles de turistas pobres. Que este discurso lo hayan promovido partidos de izquierdas es más incomprensible todavía. Que una diputada de Més per Mallorca diga en twitter que va por la calle y no hay mallorquines, que habría que distinguir a los turistas de alguna manera, es un tono que empieza a recordarnos a la Alemania de Hitler. Y todo esto dicho por personas que defienden los derechos de las personas, la igualdad de clases, la ayuda a los más desfavorecidos, pero si son turistas, y pobres, sobran de nuestras calles y playas. Más incomprensible todavía que este debate se fomente desde la izquierda cuando se acaba de implantar la ecotasa y lo que le interesa al Govern, teóricamente, es que vengan más turistas para ingresar más dinero. Me parece a mí que este debate se les ha ido de las manos y que se están haciendo planteamientos clasistas (los pobres no tienen derecho a vacaciones, piensan en el fondo) y rozando la xenofobia. De todas formas, yo les recomiendo a todos aquellos que al parecer no pueden caminar ni por las calles por la presencia masiva de turistas de alpargata que tengan paciencia, que apenas queda una semana de agosto, y llegará septiembre, donde la ocupación baja. En septiembre ya habrá tiempo para sacarnos de la manga otro debate y entretener al personal. Hasta entonces, mucha paciencia.