Las elecciones municipales se deciden por pequeños detalles, quizás no demasiado importantes para el político pero que, en cambio, deciden cambios en las instituciones. La limpieza es uno de estos temas que llega al ciudadano, que son fundamentales a la hora de ir a votar. Imagino que los alcaldes de las islas lo saben, pero algunos creen que las denuncias sobre la falta de limpieza, el descontrol en algunas zonas, son cosas de la prensa, como si nosotros nos dedicásemos por la noche a derramar los contenedores y las papeleras que están a rebosar. En Vila el cambio de concesionaria había generado muchas expectativas. El listón de la anterior concesionaria no estaba precisamente muy alto. Se ha dado un tiempo más que prudente antes de valorar la gestión, pero meses después se puede afirmar, y basta darse un paseo por la ciudad, que la limpieza no ha mejorado. Algunas zonas siguen tan sucias como antes, los contenedores están viejos, con palancas que no funcionan, y las papeleras pueden pasarse horas enteras repletas porque nadie retira la basura que hay dentro. Evidentemente que si hay suciedad es porque hay gente incívica, sucia, que le importa un rábano cómo esté la ciudad. Pero para eso hay que planificar que en determinadas zonas no basta con ir a limpiar una vez a primera hora de la mañana. Y también podemos hablar de Sant Antoni, donde querían mejorar la limpieza del pueblo y acabar con el botellón. Las imágenes que se publicaron ayer en este periódico son una constatación del fracaso que es total y absoluto del actual equipo de gobierno. Por estas cosas se pierden elecciones municipales. Lo demás interesa más bien poco, de verdad.