Si nadie lo remedia, el día de Navidad tenemos una nueva cita con las urnas. Lo peor de todo es que, de llegar a este punto, estamos prácticamente abocados a unas nuevas elecciones porque aunque al final salga un gobierno, otra cosa será poder gobernar y sacar adelante unos presupuestos con el actual panorama político.

Populares y Ciudadanos han empezado a hablar pero las cuentas no salen. Sumar los 176 votos parece, a día de hoy, una misión imposible. Rivera sigue estirando el chicle a siniestra o diestra en función de la partida. Del no, pasó a la abstención, y ahora va camino del sí. De la lucha sin cuartel contra la corrupción política ha dado paso ahora a un «meter la pata no es lo mismo que meter la mano en la caja». Los seis puntos que anunció que eran innegociables están siendo negociados y por lo que ventilan unos y otros parece que el PP les va llevando a su terreno. Pero lo dicho, la suma de azules, naranjas y amarillos canarios no da para una investidura.

No, es no, que diría Pedro Sánchez en su particular versión de «lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible» del torero Rafael Guerra. ‘Guerrita’ también se hizo célebre por espetarle un «hay gente pa tó» a José Ortega y Gasset cuando le explicaron a qué se dedicaba el filósofo.

Por el otro ala, las cuentas tampoco salen ya que es prácticamente imposible que Albert Rivera se sume a un pacto de gobierno con Podemos.

Ante esta tesitura, todo apunta a una Nochebuena de reflexión sin discurso enlatado del Rey, seguido de un día de Navidad de fum, fum, fum electoral, aunque García Ferreras se empeñe en sacar una fumata blanca de de su pactómetro al rojo vivo.