Ya no sé si lo recuerdan, porque el ser humano tiene esa virtud de olvidar las cosas buenas y recordar solo las malas para echarse las en cara a la más mínima oportunidad a su vecino, como así ha sido, en el debate de investidura en el que el líder socialista, Pedro Sánchez le ha devuelto a la cara al líder Popular, el asunto de los toros de guisando en forma de bofetada. En este país ya sabemos que el: ¡Y tu más! se encuentra a la orden del día, y que; menos «bonito» los políticos se dicen de todo a la cara, mientras aquellos que se supone, somos los de a pié, y digo; permitan me la expresión: se supone; porque a este paso, nos van a llevar a todos, en carretilla, - ¡Y no! No me estoy refiriendo al tío ese de los espárragos carretilla- sino al resto de países de la unión; puesto que no vamos a valer para nada cuando por fin tengamos gobierno, si es que a estas alturas lo llegamos a tener. Aunque total; si para lo que sirve, ya están ustedes viendo que España va como una moto: desbocada, sin freno y a lo loco; que ya sabemos todos que a lo loco se vive mejor. ¿Quizás no deberíamos plantearnos si no sería mejor un Gobierno al estilo del lugar de nacimiento de Celia Cruz? Por lo menos ya sabríamos que de entrada sería un Gobierno miserable como lo es el cubano, en donde mucho se habla en el parlamento y poco se hace en la calle, y en donde, ya se sabe, la prohibición está al orden del día; aunque si lo pensamos un poco y sin ir más lejos, ya tenemos en que parecernos los españoles, pues, me pregunto si no se habrán dado ustedes cuenta - que me imagino que sí- que de un tiempo a esta parte y cada vez con más ahínco se normativiza nuestra vida a pasos agigantados. Valgan algunos ejemplos de estas prohibiciones que antes y ni por asomo existían, y nadie en su sano juicio hubiera pensado que podrían llegar a aplicarse en la vida diaria de las personas: prohibido fumar, prohibido conducir sin casco, sin cinturón de seguridad y con una copa de alcohol de mas, prohibido tirar papeles al suelo, prohibido aparcar, prohibido hacer ruido, prohibido sacar la basura a la calle en horas inadecuadas, prohibido bañarse en el río, que imagino, que siendo el de Santa Eulalia será debido a que puedes morir de pena al ver que no lleva una gota su curso; o mismamente descalabrado si te tiras desde el puente. ¡Ya ven!. Qué tiempos aquellos en los que mi padre me llevaba a la playa subido en la vespa, sin casco ni camiseta, más que el viento acariciando el rostro; y todo hay que decirlo; el regusto de alguna que otra mosca estrellada en los labios. ¡Pero sabía a libertad!. Y las fiestas en casa, todo hay que decirlo eran divertidas e improvisadas, porque se cantaba, se reía y se vociferaba también en libertad; y si se quejaba el vecino, se le invitaba al jolgorio. Pero ahora todo es un rollazo. Te dicen donde tienes que ir, qué tienes que beber, qué tienes que vestir y hasta últimamente también ya te dicen en qué playa ya no puedes aparcar y así, como dicen los alemanes «und so weiter», que mas o menos quiere decir continuando con más de lo mismo, estamos llegando a unos extremos que, en lo que consideramos la democracia, asociada a la libertad del hombre; el mismo ser la acaba pervirtiendo en un afán regulador de su propia existencia; pues es tal el individuo, que no es capaz de vivir una vida sin normas, sin reglas y en libertad. Y ya verán cómo, ahora, que en este país nos estamos dando cuenta de que la clase política se está demostrando a sí misma innecesaria, - porque mal que les pese - el país sale a delante y a diario, con los esfuerzos de los ciudadanos de a pié, que se levantan todos los días para cumplir con las obligaciones que muchos políticos no saben o no pueden cumplir al estar enredados en su propia tela de araña; vendrá alguien, formará gobierno, y la joderá, mismamente como ya saben dice el pensamiento: « Hoy es un día precioso: ya verás como viene alguien y lo jode». Así que ya saben: ojo con las prohibiciones y sobre todo con la prohibición de girar a la izquierda o a la derecha. Podrían acabar multándoles los que están enredados en la tela, en un plis plas. O lo que es lo mismo finamente: tengan cuidado con las costumbres que luego se acaban convirtiendo en leyes.