Llevamos viviendo diez meses del Año jubilar de la Misericordia; nos quedan dos meses aún para que realmente seamos más conscientes de la Misericordia del Padre, cuyo rostro es especialmente Jesús con sus palabras y sus obras, y conociendo ello podamos cumplir el encargo que nos hace Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso».

Misericordiosa fue también la Virgen María, en su acogida de Jesús, en su servicio a los demás y acogiendo ser madre de todos por el encargo que le hizo Jesús en la Cruz. Y como señala el Papa Francisco, hay santos y santas que hicieron de la misericordia su misión de la vida. Pues bien, de entre estos santos y santas podemos contar de un modo muy claro a Santa Teresa de Calcuta, sobre la cual he escrito ya algunos artículos en las pasadas semanas a los amigos y lectores de ellos en el Periódico de Ibiza y Formentera tratando de hacer que los que vivimos y trabajamos en estas buenas Islas acojamos a invitación a ser misericordiosos y en consecuencia nuestros ambientes sean cada vez mejores más aún.

Estando unos días en casa de mi madre durante mis últimas vacaciones, unos días antes de la canonización de la Madre Teresa de Calcuta me regalaron un libro más sobre su vida y sus obras; empecé a leerlo y dejándolo encima de una mesita, mi madre lo vio, se puso también a leerlo y en algunas conversaciones conmigo me comentaba frases buenas que le habían impresionado y que, como maestra mía que ha sido siempre, me recordaba. Con ese mismo sentimiento del amor de mi madre hacia mí, comparto pues con vosotros algunas frases de Madre Teresa de Calcuta para que nos ayuden a ser misericordiosos como ella lo fue y como hemos de ser nosotros.

Misericordiosos en la propia familia. Si en la familia cada uno pone paz, amor y misericordia, la familia va adelante y bien. Al respecto, la Madre Teresa de Calcuta decía: «La paz y la guerra comienzan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos a amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría el derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz».

Misericordiosos también en el ejercicio del propio trabajo. Un trabajo bien hecho contribuye al bien de la sociedad. Así, nos dice la nueva Santa: «Haz las cosas pequeñas de tu trabajo con gran amor».

Hacer caridad con todos, sin excluir a nadie, es otra forma de sembrar la misericordia en el mundo, en nuestra sociedad, evitando los males. Por eso nos dice la Madre Teresa: «La mayor enfermedad hoy en día no es la lepra ni la tuberculosis, sino más bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad».

La vida de la fe tiene que ser auténtica. Es una buena manera de evangelizar, y evangelizando, acompañando a las personas hacia Dios, les hacemos un gran favor, les damos una gran ayuda, practicamos con ellas la misericordia. Madre Teresa al respecto nos dice: «Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos a también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros».

He querido compartir con vosotros algunos pensamientos de Santa Teresa de Calcuta. Que esos pensamientos sean programas de nuestra vida, de modo que así, practicando la misericordia con todos, empezando por la familia, por el ambiente de trabajo, por el trato a los pobres, por la vida y propagación de la fe, podremos ser mejores, construir una buena sociedad, hacer un mundo mejor. Un mundo como Dios lo pensaba cuando lo creó y que es responsabilidad de todos, de cada uno de nosotros, que sea así ahora y siempre.