Con el favor y el amor de Dios, hemos comenzado un nuevo mes de este año. Cada mes, cada semana, cada día, es una oportunidad que Dios nos da en el tiempo de nuestra existencia aquí en la tierra para que los aprovechemos, lo vivamos y lo llevemos adelante inspirándonos en las enseñanzas que Dios nos da y viviendo de acuerdo con ello.
Este mes de octubre, como todos los meses del año, nos presentan algunas fiestas de la Virgen María, de modo que acercándonos más a la Madre de Jesús que en el Calvario su Hijo divino le encargó que fuera Madre nuestra podamos gozar de su ayuda e intercesión e inspirarnos en las enseñanzas de su vida para construir nuestra vida según estas enseñanzas.

Este mes de octubre nos presenta en el día 7 la fiesta de la Virgen de Rosario, que es celebrada especialmente en el domingo más próximo en la Parroquia de la Virgen del Rosario y San Ciriaco, en Vila y el 12 de octubre la fiesta de la Virgen del Pilar, que además de ser celebrada por la Guardia Civil que la tiene como Patrona, entre nosotros se celebra especialmente en la Parroquia del Pilar de la Mola en Formentera. Con todas esas celebraciones, pues, los que vivimos y trabajamos en Ibiza y Formentera tenemos valiosas oportunidades de ir acercándonos más y mejor a nuestra Madre celeste.

Quisiera, dado que comenzamos con la fiesta del Rosario, dedicar algunas reflexiones al tema del Rosario, oración importante y valiosa. Yo tuve la suerte, cuando era un niño, de ser enseñado a rezarlo y animado a hacerlo muchas veces por parte de mi abuela Rosalía, que como buena abuela trataba de ayudarnos a sus nietos en todos los sentidos. Desde entonces he aprovechado esa oportunidad que nos hace tanto bien.

El Papa San Juan Pablo II, amando y experimentando tanto esta plegaria, nos dejó una Carta Apostólica, “Rosarium Virginis mariae” el 16 de octubre de 2002, día en que iniciaba su 25 aniversario de su Pontificado.

En ese texto, San Juan Pablo II, que le daba tata importancia a esa oración, nos enseña que el Rosario es una plegara que dulcifica nuestra vida porque nos presenta tantos misterios de Cristo, y nos ayuda a presentar ante la humanidad de Cristo todos los problemas, preocupaciones y proyectos que marcan nuestra vida. Así, con ese encuentro podemos experimentar un gran consuelo, un alivio a todas las circunstancias de nuestra vida.

El rezo del Rosario, además, nos lleva además a contemplar, con la Virgen María, el rostro de Cristo. Y así, con el rezo del Rosario vamos hacia tres fines buenos: el amor, la reparación y el apostolado. En efecto, el rezo del Rosario es un acto de amor, una manera de decirle a María, nuestra Madre del cielo, que la amamos, la respetamos, le agradecemos que sea nuestra.

Además, es como un acto de reparación, es decir, un modo de reparar las ofensas que le hayamos hecho a Dios; es como cuando ofendemos a uno que queremos mucho y damos un paso para reparar el mar para hacer presente que nos dolió ofender y queremos que quede claro que nos queremos. Y también es un medio de apostolado, porque a través de esa oración le podemos pedir a la Virgen que interceda por muchas cosas: por la Iglesia, por los sacerdotes, por el Papa y los Obispos, por los enfermos, por todos los que sufren por todos los necesitados, por los pecadores, por la unidad familiar, por las guerras, en definitiva, por todo aquello que quisiéramos ayudar sabiendo que con la oración podemos ayudar tanto.

Y el rezo del Rosario nos produce también unas gracias. Santo Domingo de Guzmán tuvo una especial revelación de la Virgen. Ella le prometió que El que me honre diariamente rezando el Rosario:

- Recibirá cualquier gracia que me pida. Le socorrerè en todas sus necesidades.- Tendrá mi especial protección y beneficios.
- Se le quitaran sus vicios y germinarán sus virtudes.
- No se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada. Se convertirá si es pecador, perseverará en la gracia si es justo.
- No morirá sin los auxilios de la Iglesia.
- Le libraré pronto del purgatorio.
- Obtendrá la misericordia de Dios.
- Será admitido en la vida eterna.

Que este mes del Rosario, pues, nos ayude a todos a ser fieles a esta oración, haciendo el bien y buscando a la vez el bien para todos.