Pisarello es teniente alcalde del Ayuntamiento no de Tucumán, sino del Ajuntament de Barcelona-Colau. Es además profesor de Derecho Constitucional, o sea es un antisistema que explica a sus alumnos el sistema. A la Ciudad Condal no nos vino Pisarello a hacer el boom literario como García Márquez sino a espantar a los inversores. Este munícipe está preocupado por el enorme daño que hace a Barcelona uno de sus monumentos más emblemáticos, el dedicado a Colón, a quien de entrada Pisarello le debería estar agradecido porque gracias al Almirante habla español y porque gracias a la ocurrencia de Colón, y su portentoso Redescubrimiento, sus ancestros italianos (que a lo mejor están en el árbol genealógico de Colón) pudieron buscarse una vida mejor en la Argentina y por eso este colega hispanizado pudo ‘recién regresarse’ a la Madre Patria desde su ultramar lunfarda y aquí nos vino muy berraco a instruirnos con el rollete de que Colón representa el colonialismo y que su estatua sobre una columna barcelonesa, que mira al Mediterráneo y a Ibiza, hay que convertirla en un parque temático para que la gente sepa que Colón fue el Colón que él se imagina. En Ibiza tenemos los eruditos estudios de Nito Verdera y en Madrid los de mi buen amigo mallorquín don Alfonso Enseñat. De estas lucidas investigaciones surge otro Colón que no tiene nada que ver con el cainismo entrometido de este gaucho que carece de la sabiduría de Segundo Sombra. Este señor debería solucionar lo sucia que está la ciudad que le paga o en su defecto irse a su tierra a ver si allí le dejan apechugar con las estatuas de los Libertadores. Colón no mató a nadie, está bien en lo alto de su columna barcelonesa o madrileña o del paseo de la Reforma en el DF, mirando al Mediterráneo que lo forjó como ese gran navegante que además fue un antisistema de verdad porque tuvo que convencer no a Colau (entonces había más nivel), sino al sistema, nada menos que a los Reyes Católicos.