Varios tuiteros ibicencos iniciaron días atrás una ‘campaña’ para pedir al Ayuntamiento de Eivissa un cambio en el nomenclátor de la ciudad para que, aprovechando las obras de peatonalización, el Paseo de Vara de Rey pase a llamarse oficialmente s’Alamera, que es como los ibicencos ‘de toda la vida’ conocen a la zona más emblemática de Vila. Entre los partidarios de este cambio se encuentra el coordinador de Esquerra Unida en las Pitiüses, Artur Parrón, quien justifica su postura señalando que general Joaquín Vara de Rey nació en la isla de casualidad (su padre también era militar y estaba destinado en Eivissa cuando él vino al mundo), es decir, sin ningún tipo de arraigo y que fue un general «colonialista y genocida». No seré yo quien discuta las razones del historiador afincado en Formentera pero, como bien apuntó el hotelero Pedro Matutes en la misma red social, Vila tendría mucho trabajo por delante si decidiera aplicar a rajatabla el mismo criterio esgrimido por Parrón a otros personajes históricos como Aníbal, Jaume I o Guillem de Montgrí.

Es obvio que la visión que hoy tenemos del papel del ejército no es la misma que la que se tenía a principios del siglo pasado, cuando se decidió erigirle un monumento al héroe de la batalla de El Caney. Si algún día se decide desmontar la estatua del escultor Alentorn y que s’Alamera sea un verdadero paseo diáfano sin obstáculo alguno, seguiré durmiendo a pierna suelta, pero, ¿no será que en el caso de Vara de Rey lo que realmente molesta a algunos es la bandera bajo la que luchó y murió?