Toc toc. - Alguien llama a la puerta de casa- (También pudiera ser ding-dong o mec-mec, pero es que en mi casa aún no puse timbre; así pues: toc-toc, que va que se las pela. ¿Quién es? - Soy yo, responde el tocador, (que en eivissenc, sería el sonador, pero con otra connotación, digamos mas armónica).

-¿Eres Marta Sánchez? - Respondo ( por eso del « soy yo, la que sigue aquí»), éxito discográfico de su talentosa y dilatada carrera, por ser la primera «ocupa-con-voz-cantante» que clama con orgullo al cielo por reivindicar políticas anti desahucios.

-¡Nooooo! Se escucha tras la No soy Marta Sánchez. ¿Truco o trato?

-¡Coño! Ahora sí que estoy A ver: Si no eres Marta, y no puedes enseñarme lo que ya enseñaste en el Interviú, en tus años mozos, enséñame la patita por debajo de la puerta, que no es por desconfiar como lo hacen los de Ciudadanos, pero ya te aviso de que yo me leí entero el cuento de los tres cerditos, no vayas a ser el lobo y te me comas a mi abuelita.

-¡Mira que te equivocas! Que lo de la abuelita va por otros derroteros y que aquí Carmena no tiene nada que ver por mucho que algunos vayan diciendo por ahí que viene el lobo, que viene el lobo y que la casa-ayuntamiento que ocupa, esté hecha unos zorros, aunque mejor que la plaza de Vara de Rey y la Plaza del Parque juntas, y ya no digo nada de su Ayuntamiento.

-¡Ah! Pues ahora está más claro ¿Entonces eres la lechera? Pues ya te aviso de que no quiero yogurt. Que no me gusta. Y además, porque hoy en día los hacen todos sin sabor, desnatados, descafeinados y faltos de personalidad y carácter, como la inmensa mayoría de nuestros políticos, que últimamente también hacen políticas lights, que no contentan ni a gordos ni a flacos.

-Pero a ver: Entonces ¿Tu de que vas disfrazado? Porque así me hago una idea de quien puedes. Es que ahora, perdona, pero no caigo

-Pues voy disfrazado de ¿De payaso terrorífico? ¡Leches! El Herrejón. Me lo tendría que haber Si es que tú y tu compañero dais un miedo de c...

-¡Que no, que no! Que no das Que no soy Herrejón

-¿No? ¿Y cómo puedo estar yo seguro de eso que dices?

-Porque el Herrejón no engaña. Los otros, todo el tiempo. Pero este no. El pobre nació poco agraciado, pero sin maldad. Yo voy de payaso bueno.

-¿Y no podrías haber escogido otro disfraz?

-¡Sí! Si yo quería otro: el de Presidente de Gobierno, pero este ya me lo tienen cogido, aunque realmente estuve en un tris de pillarlo, pero mis compañeros de reparto no me han dejado. Decían que me quedaba grande.

-Pobrecillo ¿Y ahora que vas a hacer?

-Pues me he pillado el coche y aprovechando que es Hallowen, me he puesto el disfraz de payaso triste y me he venido a llamar a las puertas de todas aquellas personas de bien que me quieran dar los caramelos que mis excompis me arrebataron y que se están comiendo sin mí. Pero ya me vengaré de

-¡Pedro!

-¿Si?

Según veo, creo que te has vuelto a equivocar: el traje que llevas hoy puesto no es de payaso triste.

- ¡Ah!, ¿No?

-¡No!. Me da que el traje que llevas puesto es del de payaso

-Vaya, Otro que me ha descubierto. Bueno: ¿Entonces hay truco o trato?

-Me parece Pedro, que te vas a quedar sin caramelos otra vez.