Como dijo el librepensador Chimo Bayo, «no iba a salir... y me lié». La Ibiza Trail Maratón es adictiva, engancha. Este año dudé hasta el último momento, pero al final me dejé enredar. Patricia había dispuesto los dorsales para los ‘maldekamerus’ y no era cuestión de dejarla tirada ni a ella, ni a los Eugenio, Norman, Juanvi, Iván, Pedro y David. También habría sido imperdonable defraudar a Aranchita y María, el equipo logístico y de animación.
Tras quince meses y otras tantas carreras en la isla, la prueba de Sant Antoni es la más especial. Hace un año disfruté de la prueba de 21 kilómetros, tan dura como bella. Subiendo a sa Talaia y al Cap Nonó conocí a gente con la que después me he cruzado en diferentes correrías. Con muchos de ellos ya hay amistad y con otros te reencuentras en estas pruebas. Así, minutos antes de tomar la salida volví a disfrutar de la compañía de Joan Josep y Juan Pedro, un acreditado crack de los cocktails. En la línea de salida también coincidí con el menorquí Antoni Marí y el incombustible Michael Jamie. Todos ellos realizaron la media maratón. Un servidor, este año, sólo tenía gasolina y tiempo para la 10K. La distancia corta también da para mucho y entre el alto de sa Talaia y Cala Gració disfruté de la compañía Eva y Juan Atonio, del Ondara Trail, o de los fondistas de Yecla Ana María, Jorge y Mari. Era su primera vez y seguramente repetirán otros años. Lo dicho, la Ibiza Trail es adictiva y también una interesante oferta turística. Como lo será la Maratón que preparan los valencianos María y Francisco, que tomaron buena nota de las bondades de la isla corriendo la 10K. Son las cosas que pasan en Sant Antoni. Puede que el año próximo me atreva con la prueba reina, aunque siempre a distancia de Pep Colomar y Cia.