Cuando se intenta resolver un problema sin analizar el fondo con un mínimo de rigor suelen cometerse errores. Es lo que ha hecho el conseller de Turisme, Biel Barceló, con la ley turística, que ha conseguido en un tiempo récord que solo guste a los miembros del Govern. Los hoteleros están en contra, los administradores de fincas dicen que es una aberración, y hasta Podemos y PP coinciden en que la ley no resuelve el problema, que es, ni más ni menos, que la proliferación de pisos turísticos, habitual en la mayor parte de ciudades del mundo, impide que los residentes puedan alquilar un piso todo el año. No hace falta recordar lo que ocurre en Ibiza, pero en Mallorca empieza a haber graves dificultades para encontrar un piso todo el año. No deberían hacer esta ley para beneficiar a los hoteleros, quitarles competencia. Tampoco pasa nada si una temporada en lugar de tener un 95% de ocupación «solo» alcanzan el 93%. Alquilar un piso todavía es legal, guste o no a los hoteleros. No se morirán de hambre, pero sí es preocupante aquellos trabajadores que deben buscar una habitación en casa de un amigo, en el mejor de los casos, para poder pasar la temporada. Porque el propietario solo alquila de octubre hasta abril. Y gracias. Eso es lo que debería solventarse, no buscar artimañas para pagar la ecotasa. Mientras los responsables no detecten el problema, mal vamos. Daremos vueltas sobre lo mismo sin encontrar una solución coherente, y con el único fin de contentar a algunos para que al final todo siga igual. Una ley que empieza así mejor retirarla, darle carpetazo, y empezar de cero. Lo que sabemos hasta ahora parece una broma de mal gusto.