Les voy a hacer una confesión. Cuando cumplí 16 años comencé a trabajar en verano para ahorrar un dinerillo con el cual pagarme los estudios y aliviar a mis padres de la carga de costearme los libros de texto del bachillerato. Vi un anuncio en el periódico de la empresa Ambulancias Insulares. Me presenté en las oficinas y tras hacer un curso de formación de ayudante de ambulancia, fui contratado. El trabajo me gustó tanto que terminado el verano, lo compaginé con mis estudios. Y hasta los 18 años, que oposité a la Guardia Civil, trabajé en la empresa concesionaria del transporte sanitario. Estuve en ambulancias colectivas, en transporte urgente y en UVI’s móviles. En mi último periodo en la empresa, el INSALUD (así se llamaba entonces) puso en marcha el servicio de urgencias 061, embarcando un médico en las UVI’s móviles. Aquello supuso una auténtica revolución en el tratamiento de las urgencias extrahospitalarias. En pocos años se pasó de un servicio que era prestado por voluntarios de la Cruz Roja, a un servicio profesional con un médico de la sanidad pública al frente. El 061 ha salvado miles de vidas desde entonces. Cualquiera que haya necesitado de una ambulancia en una situación crítica, sabe que lo que digo es cierto. Se trata de un servicio que todo el mundo, en una circunstancia u otra, está expuesto a necesitar. Y cualquiera sabe que de tener una UVI móvil debidamente dotada, con el instrumental, los aparatos y la medicación necesaria, y con un equipo profesional titulado y entrenado, a menudo depende que alguien sobreviva a un traumatismo, un infarto, una embolia, o cualquier incidente grave de salud. O que, por el contrario fallezca quedándose por el camino. En Mallorca no debieran escatimar a Santa Eulària y a la zona norte de la isla de Eivissa una ambulancia que salvará vidas y dará tranquilidad a la población.