Parece que el antiguo acuartelamiento militar de Sa Coma se convierte en la Piedra Filosofal que transmuta cualquier metal en oro. La solución a cualquier problema que afecte a Ibiza la hallamos en el viejo recinto castrense: ya sea dónde establecer un circuito de Motocrós, ya sea dónde ubicar a los efectivos de la UME, ya sea dónde poner la Escuela Oficial de Idiomas, ya sea la Escuela de Hostelería o los refuerzos de Policía y Guardia Civil de la Operación Verano. Ahora habrá que plantearse la conveniencia de acondicionar un barracón donde los trabajadores que no encuentren vivienda puedan instalarse. Algo así como un albergue o la residencia de un colegio mayor. Será como volver a la mili, pero sin instrucción ni toques de corneta. La problemática de la vivienda en Ibiza ha alcanzado tal nivel de gravedad que hay que ir pensando en medidas drásticas que, en otras circunstancias, no se nos pasarían por la cabeza y no suceden en ningún otro lugar de España. Todo el mundo se lamenta, pero pasan los meses y nadie hace nada. En Ibiza no hay viviendas de alquiler a precio razonable, lo que hace que comience a escasear la mano de obra cualificada. Ya sucede en los servicios públicos esenciales pues profesores, médicos, enfermeras, policías y toda clase de funcionarios rehúyen de las Pitiusas como de la peste bubónica. Se hace imprescindible la actuación contundente y por parte de la Administración, pero pasan las semanas y los meses sin que nadie haga nada excepto declaraciones a los medios. La inacción nos empuja a contemplar la alternativa de Sa Coma, como el antiguo Can Misses para el personal sanitario, y no nos ruboriza el mero hecho de pensarlo, pero pronto se acabarán también los pabellones de Sa Coma, al paso que vamos. La resignación ya ha colonizado a los ibicencos. Y también a nuestros gobernantes.