El socialista Josep Marí Ribas, alcalde de Sant Josep, es el último político ibicenco entregado al establecimiento de moratorias inútiles. Inútiles porque no se tiene constancia de que haya empresarios interesados en poner en marcha nuevos hoteles discoteca o beach clubs, dada la proliferación de negocios de esa índole y por tanto de la elevada competencia que ya hay. Así pues, esta actuación ha de calificarse como grosero postureo y exhibición de ‘moratoriafilia’, este trastorno que demuestran tener algunos gobernantes que consiste en sacarse moratorias de la manga como forma de solucionar todos los problemas que aquejan a la sociedad. Cada vez que un político se pone la palabra moratoria en la boca, un reducido grupo de talibanes aplaude a rabiar por pura ignorancia -que es un rasgo característico de todo talibán- y otro grupo de aprovechados se frota disimuladamente las manos porque les acaban de hacer ricos. Las moratorias son el bálsamo de Fierabrás que todo lo soluciona. Solo que usualmente no resuelven nada porque como no pueden aplicarse retroactivamente, pues el único efecto que suelen conllevar es que a aquellos que ya tienen una licencia, los hace aún más ricos y les faculta -empodera, que dirían los de Podemos- a especular con sus negocios sacando verdaderas millonadas, pues con el intervencionismo del Ayuntamiento, Consell o Govern de turno, la libre competencia queda severamente atrofiada. Agustinet no habrá caído en que lo mejor sea, en lugar de prohibir las licencias de actividades, subastarlas al mejor postor, como se hizo con los lotes de playa. Al menos se podría sacar una buena pasta para el Consistorio y ya que habrá especuladores, no hay que tener reparos en volver a convertir el Ayuntamiento de Sant Josep en Christie’s. Ya se hizo antes y bien orgulloso que está el alcalde.