El pasado miércoles, con la imposición de la ceniza en la Santa Misa, hemos dado comienzo a la Cuaresma del año 2017, que este año tiene lugar del 1 de Marzo al 13 de Abril. La Cuaresma tiene cinco domingos más el Domingo de Ramos, en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón, son dominantes. No es un tiempo triste, sino más bien meditativo y recogido. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico.

Son 40 días de preparación para la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados, y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. La duración de cuarenta días simboliza la prueba de Jesús al permanecer justo 40 días en el desierto, antes de su misión pública. Hoy en día la práctica del "ayuno" consiste más que en la privación de comer carne en un espíritu penitencial, de conversión y de oración. Aun así la abstinencia de alimentos es una tradición muy seguida entre los cristianos, sobre todo en las iglesias de Oriente.

Como cada año, el Papa nos da su aportación para que la Cuaresma sea un tiempo importante y efectivo en nuestra vida, y lo hace con su Mensaje que publicado al inicio de febrero bajo el lema: "La Palabra es un don. El otro es un don".

Para tener, un año más, una buena Cuaresma, os invito y animo a leer y meditar todas estas buenas enseñanzas que nos da el Pastor de la Iglesia Universal. Allí nos dice el Papa Francisco que siendo conscientes y necesarios de la conversión, Dios nos da una fuerte llamada a ello para no llevar una vida mediocre o, peor aún, en desprecio de los demás, sino acogiendo la llamada a ir a Dios " «de todo corazón» (Jl 2,12, a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar.

En su texto de este año el Papa nos presenta la parábola de del hombre rico y del pobre Lázaro (Cf. Lc 16,19-31).

Con ese ejemplo estamos invitados a mirar a los otros como un don; un pobre al que hemos de ayudar no es una carga, sino un don, una ocasión de convertirnos y ayudar. Así con esa enseñanza la Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil.

Cercanía más intensa con Dios, ayuda más efectiva a los demás hermanos nuestros. Sea este el esfuerzo que hagamos en la Cuaresma y ello, disfrutándolo y aprendiéndolo bien, nos acompañe en todos los días de nuestra vida.

Viviendo la Cuaresma como corresponde que sea un bien para nosotros, un tiempo oportuno para fortalecer el encuentro con Cristo presente y vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ?que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador? nos muestra el camino a seguir. Os animo a todos a que manifestéis también esta renovación espiritual participando en las obras caritativas y de catequesis que la Iglesia promueve. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestra vida a todos, siendo siempre, como lo fue Jesús, hermanos y amigos de todos. Así llegaremos a una buena y santa Pascua.