Los tiempos organizados por la Santa Madre Iglesia vividos de acuerdo con ello son tiempos que nos puede ayudar a mejorar nuestra vida, ser más auténticos y responder mejor a las propuestas y proyectos que tiene Dios con nosotros, con todos. Y así empezamos hoy la quinta semana del tiempo de Cuaresma. Aprovechemos, pues, estos días que nos faltan para la gran Fiesta de la Pascua para llevar adelante nuestra más auténtica conversión, de modo que sea más fuerte y eficaz nuestro encuentro con Cristo, presente en la Iglesia y vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. Si llevamos ese adelante que estos días finales de la Cuaresma nos lo haga vivir y continuar con ello todos los días del año, siendo de ese modo la Cuaresma una educación para nuestra vida.

Y junto con los tiempos litúrgicos (Adviento, Cuaresma, Pascua, Tiempo ordinario), también las celebraciones de las fiestas de los Santos son una buena ayuda para nuestra vida porque ellos nos enseñan el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino, para que animados por ello tratemos también de ser santos, es decir, ser personas ejemplares que aman a Dios sobre todas las cosas y ayudan a los demás.

En nuestras Islas de Ibiza y Formentera a lo largo del año vamos celebrando fiestas de santos, los titulares de las parroquias, y acercándonos a ellos y aprendiendo de su vida y enseñanzas podemos ir mejorando nuestra vida haciendo que sea un caminar claramente hacia el cielo. Esa es una de las suertes y de las buenas aportaciones que la Iglesia hace para el bien aquí.

Y hoy, pues, además del 5º domingo de Cuaresma en el barrio de San Francesc d s’Estany se celebra la fiesta de San Francisco de Paula, un santo cuya imagen se encuentra además en otras parroquias y en la Catedral, de forma que sus enseñanzas puedan llegar a muchas personas. Es una cosa buena y admirable de nuestras Illas que con ocasión de las fiestas se hacen muchos actos dignos y buenos y que uno de esos actos es siempre la celebración de la Santa Misa, con la participación del pueblo y de las dignas autoridades del Consell y de los Ayuntamientos, de forma que el mensaje del santo o la santa que se celebra sea conocido, acijado y vivido.

San Francisco de Paula nació en un pueblecito llamado Paula, en Italia, en 1416. Cuando tenía unos pocos años se enfermó gravemente de los ojos. Se encomendó junto con sus padres a San Francisco y este santo le obtuvo de Dios la curación. En acción de gracias se fue a los 14 años en peregrinación a Asís, y allá recibió la inspiración de convertirse en ermitaño, dedicado a rezar y a hacer penitencia.

Se retiró a la montaña, y ahí permaneció durante cinco años, rezando, meditando y alimentándose solamente de agua y de yerbas silvestres y durmiendo sobre el duro suelo, teniendo por almohada una piedra. Pronto, varios hombres siguieron su ejemplo. Francisco tuvo que fundar varias casas para sus religiosos y, en todos sus conventos puso una consigna o ley que había que cumplir siempre. Decía así: «Cuaresma perpetua». Esto quiere decir que en la alimentación se debían hacer las mortificaciones que antiguamente se hacían en cuaresma con el fin de fortificar la voluntad.

Miles de hombres decidieron abandonar la vida pecaminosa del mundo e irse a la Comunidad religiosa fundada por San Francisco de Paula. Así como San Francisco de Asís les había puesto a sus religiosos el nombre de «hermanos menores», San Francisco de Paula les puso a los que pertenecían a su comunidad el nombre de «hermanos Mínimos». El Divino Espíritu le concedió a San Francisco de Paula el don de hacer milagros, de hacer curaciones, y el don de profecía.

El Papa Pablo VI dijo en 1977 que San Francisco de Paula es un verdadero modelo para los que tienen que llamarles la atención a los gobernantes que abusan de su poder y que malgastan en gastos innecesarios el dinero que deberían emplear en favor de los pobres. Por muchos años nuestro santo recorrió ciudades y pueblos llevando los mensajes de Dios a las gentes. Y en aquellos tiempos (como ahora) había alcaldes, gobernadores, ministros y hasta jefes de Estado que abusaban de su poder y gastaban los dineros públicos para enriquecerse o para hacer gastos inútiles y conseguir lujos, en vez de socorrer a los necesitados. A ellos les iba recordando San Francisco que a cada uno le dirá Cristo en el día del juicio aquellas palabras que dijo en el Evangelio: «Dame cuenta de tu administración».

También les recordaba esta frase del Apocalipsis: «He aquí que tengo y traigo conmigo mi salario. Y le daré a cada uno según hayan sido sus obras». Todo esto hacía pensar muy seriamente a muchos gobernantes y los llevaba a corregir los modos equivocados de proceder que habían tenido en el pasado.

El santo logró convertir a Luis XI antes de su muerte. Este quedó tan agradecido que nombró a Francisco de Paula como director espiritual de su hijo, el futuro Carlos VIII, rey de Francia.

Murió el Santo, 2 de abril de 1507. El pueblo empezó inmediatamente a proclamarlo como santo y los milagros empezaron a sucederse. Doce años después de su muerte, fue proclamado santo por el Sumo Pontífice León X , en 1519.

Que con nuestro acercamiento a San Francisco de Paula tratemos de ser buenos cristianos que viven con santidad en la tierra.