Los vecinos del Eixample Nou, en Vila, que participaron el fin de semana pasado en una votación simbólica sobre el traslado del albergue al antiguo retén de la policía local mostraron su rechazo de manera abrumadora al proyecto del Ayuntamiento. Con sus votos, estos ciudadanos reclamaron una vez más que su opinión sea escuchada en Can Botino, donde cada vez queda más patente que no soportan que los ciudadanos piensen de manera diferente a ellos. Resulta muy lógico que estos vecinos no quieran un albergue junto a sus portales o negocios. Y si no, que se lo pregunten a los ciudadanos que vivimos en el barrio de es Pratet, donde una semana sí y otra también tenemos que lidiar con meados en las paredes de los establecimientos y defecaciones en las jardineras de nuestros portales, algunos de los cuales se llevan a cabo a plena luz del día. ¿Quién querría semejantes convecinos? Pues nadie. Por esto mismo, el Ayuntamiento tendría que haber buscado otra solución, porque cuando el nuevo albergue sea una realidad, sólo se conseguirá trasladar las molestias de un barrio al otro. Y lo que peor me parece es que se tilde de insolidarios a los vecinos de s’Eixample Nou por, simplemente, defender sus intereses. ¿O también deberíamos llamar insolidario al concejal de Benestar Social, Joan Ribas, cuando decidió desmarcarse del acuerdo al que habían llegado todas las administraciones insulares para la construcción de un centro integral de acogida en es Gorg?