Desde que España fuera gobernada por un indigente intelectual con menos luces que un barco de contrabando, se diría que hay gran competencia en superarle en inanidad y capacidad de autodestrucción, porque si se analiza la trayectoria biográfica de los tres aspirantes a la secretaría general del partido socialista llama la atención que ninguno de los tres haya desempeñado empleo en el sector privado ni cotizado a la Seguridad Social. Los tres son representantes típicos de quienes han hecho profesión de la política sin tener necesidad de ejercer ninguna otra, una anomalía escandalosa que se corregiría si su sueldo como políticos fuera el último por el que hubieran pagado impuestos y cotizado a la Seguridad Social. Su ideología consiste en no tenerla y su capacidad de expresión verbal es patética.

Patxi López abandonó ya en primer curso sus estudios de ingeniería industrial, pero como a los veintiocho años ya era diputado en el Congreso, ¿para qué molestarse en estudiar?. En su día, dijo impulsar un proyecto «progresista, autonomista y vasquista» y llegó a ser lendakari … con los votos del PP (!), pero el sensible declive electoral de su partido en la comunidad autónoma vasca le ha hecho digno merecedor del apodo «Patxi nada» que tan bien le describe. Es un don nadie que juega a competir pero se apuntará al bando ganador, sea cuál sea, sin pensárselo dos veces.

Susana Díaz ingresó en el Partido Socialista a los dieciocho años y tardó diez en licenciarse en Derecho, con lo que buena parte de lo que aprendió en segundo de Carrera ya estaba derogado cuando, por fin, la terminó. Uno de los mayores logros que se le conocen es el de haber conseguido, siendo concejal del Ayuntamiento de Sevilla, que el torero Curro Romero se disfrazara de rey Baltasar en la cabalgata del año 2000. En 2012, el hoy procesado Griñán la nombró Consejera de Igualdad, puesto tan absorbente y de tanta responsabilidad que le impidió tener la más mínima noticia de uno de los más escandalosos episodios de corrupción de la historia de Europa (superior, incluso, al de la banda organizada de doña «Aixòesunadona», que cuando saltaba en paracaídas llevaba billetes de 500 euros en lugar del de repuesto, por lo que pudiera pasar), por volumen y metodología: el de los falsos ERE.

Pedro Sánchez alardea de licenciatura en ciencias económicas y empresariales y de un doctorado en economía y empresa, aunque ninguna de las muchísimas que hay en España haya recabado jamás su colaboración profesional, tal vez porque, como sus actuales oponentes, lo suyo es «la política» ya que de los garbanzos se ocupa su suegro, conocido empresario de locales de saunas para gays, un emprendimiento benéfico que no le impide obtener pingües beneficios. Su ideario es tan profundo que consta de cuatro letras y dos palabras y, por escrito, cabe en una hoja de papel de fumar.

No tengo en mucho aprecio a la clase política europea pero si comparo a cualquiera de sus miembros con cualquiera de nuestros aguerridos socialistos y socialistas se me cae el alma a los pies y caigo en la cuenta de que son el resultado de la corrupción deliberada de nuestro sistema educativo y de un sistema que de democrático apenas tiene el nombre, de manera que, sea cual sea el resultado de las primarias, hay que esperar que Dios nos pille confesados o Alá circuncidados, según querencia.

Se dice que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, pero en el fondo tienen los que su oposición se merece.