Por mucho que duela a los progres y a los animalistas, en Ibiza siempre ha habido corridas de toros, así como siempre se ha hablado en castellano. En mi anterior articulito alguien quería saber por qué no hay toros ahora. Es sencillo: porque se derribó la última plaza y según el Estatut Balear no se pueden reconstruir los cosos, una vez demolidos. Es un tema que ha creado mucho follón, casi tanto como la iniciativa de ocupar el solar de la plaza para levantar un mercado que jamás ha prosperado. Quizás algún día me anime a contarlo.

Yo recuerdo la plaza de toros con ocupación plena, tanto en los años 60, cuanto ya en los 70, donde se prodigaron los grandes conciertos, como el ya mítico de Bob Marley. Asistí a una de las ultimísimas corridas, si no fue la última, donde Manuel Benitez, El Cordobés, nos demostró a principios de los 80 que aún estaba en forma. En los 60 se toreaban corridas de continuo, los turistas llenaban la plaza, incluso toreó un diestro inglés, Higgins Cañadas.

La plaza, creo recordar que la construyó a finales de los 50, un gran arquitecto, Germán Rodríguez Arias y pocos esperaban el triste final que tuvo, pero al quedar en el centro de la ciudad, con hoteles y establecimientos adyacentes que se sentían molestos por la actividad y los hedores, aumentó el número de sus detractores. No sabían que una vez arrasada ya no se podría levantar otra. Y así ha sido.

Incluso esta hermosa plaza de Ibiza no fue la primera. Cientos de años antes ya se celebraban corridas, se supone que con el ritual vigente en cada época.

En el Liber Maiolichinus De Gestis Pisanorum Illustribus, 1114, un grupo de catalanes famélicos encontraron un buey en Formentera, lo robaron y se lo comieron. Debe ser el primer testimonio. Ya en poder de Cataluña, Ibiza y Formentera vieron centurias de peste, hambre y ataques piráticos. Jamás habían sufrido tanto las Pitiusas. Y en el XVIII y XIX se siguen haciendo corridas. ¿Seguiremos?
@MarianoPlanells