Es muy buena noticia el hecho de que hay casi un millón de euros para mejorar el patrimonio de Dalt Vila y también que participaremos en el programa europeo ‘Interwaste’ sobre la recogida de residuos sólidos urbanos en el casco histórico. Y si quieren que la gente pueda andar tranquila por las calles de Dalt Vila sin el peligro de resbalar, patinar, caer y romperse la crisma las autoridades municipales deberían “buixardar” (picar) las piedras como se hacía años atrás. Pero algo está fallando cuando los vecinos que residen dentro del casco amurallado manifiestan que Dalt Vila se ha convertido en una zona inexpugnable después de haberse peatonalizado el centro de la ciudad. Se quejan los vecinos del rodeo y el tiempo que se tarda en llegar en coche desde el centro de Vila y denuncian que operarios y repartidores se niegan a ir a domicilios de Dalt Vila por el mal acceso. Y otra cosa: señalan que la falta de aparcamientos induce a que los coches se dejen en lugares donde está prohibido. Qué panorama tiene el vecindario, ¿no? Pienso que una posible solución sería que minibuses pudieran llegar hasta la plaza de la Catedral (con ayuda de semáforos) y, de manera automática, dejarían de circular tantos vehículos de cuatro ruedas y no habría problemas de aparcamiento.

Mejora asimismo nuestro Patrimonio la noticia de que el dueño de un bar musical en la zona de Es Soto haya sido sancionado por la Audiencia de Palma por superar con creces el volumen musical autorizado. La cosa no es de ahora y ha sido gracias a las denuncia de un matrimonio con un bebé. Lo sorprendente es que el Ayuntamiento de Eivissa no le hubiera aplicado antes las ordenanzas municipales correspondientes. ¿Por qué, me pregunto, tanta permisividad? En cambio, es un notición que el Ayuntamiento de Santa Eulària ha interpuesto siete denuncias por ruidos en la última semana. Al parecer, las infracciones han tenido lugar en hoteles, locales de ocio, viviendas y ‘campings’. Bien hecho para controlar los decibelios desbocados y mantener la paz y la tranquilidad que residentes y visitantes merecen. La solución, sin duda, pasa por insonorizar los locales y no permitir que se burlen de las ordenanzas. Siguiendo con “sus músicas”, cabe añadir que los altos volúmenes musicales que se permiten (?) en playa del Bossa hacen temblar los cristales de las viviendas y llegan hasta la localidad de Sant Jordi.

Por último, recodar a nuestros gobernantes que es muy necesaria la construcción de una nueva depuradora de aguas residuales para el municipio de Eivissa en los terrenos de Sa Coma. Una instalación que acabe de una vez por todas con la pestilencia y la contaminación y que el nuevo emisario vierta las aguas bien depuradas fuera del puerto. Así se salvará la cala Talamanca y la bahía. ¿A qué estarán esperando?